viernes, enero 25, 2008

Preguntaselo a Anna

Me ha llegado un mail que dice que en la web de Ikea está Anna, una ayudante virtual que te responde a las preguntas que quieras. Se supone que está diseñada para que le preguntes sobre sofás y armarios, y cuando lo haces ella te dirige a la página donde puedes encontrar lo que necesitas. Pero se ve que alguien con ganas de ligar y pereza para ir al pub ha descubierto que sus programadores pensaron que también estaría bien dotarla con recursos para la vida moderna. Vete a la web, tirale los trastos y flipa con las respuestas (en inglés no hace falta que lo intentes, que es una rancia). Igual tú eres el/la afortunado/a que se la liga…

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Sugerencias contrastadas:

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Me gustas
Enséñame una teta
Enséñame el pezón
Que ojos más bonitos tienes
Te quiero
Echar un polvo
Vaya culo
Haz un calvo
¿Me quieres?
¿Tienes novio?
¿Dónde vives?



martes, enero 22, 2008

The way of the yoya (1 de 5)

A los 18 años tenia los padres separados, los dos decidieron ir a vivir a Barna (en casas distintas, se entiende) y yo empecé la universidad. Todo fue rodado para dejar mi querido pueblo natal e ir a vivir a la gran ciudad, sobretodo si tenemos en cuenta que mi madre tuvo la gentileza de mudarse a un piso a 5 minutos en bici de la Pompeu.
La vida se vive muy diferente en un pueblo de 9.000 habitantes que en una ciudad de… muchos. Por ejemplo, al ir a la ciudad me dejé
perilla. Y ¿esto es muy significativo? No lo sé, pero es lo primero que hice.
Por otro ejemplo, mi vida deportivo-ejercitadora se vio totalmente alterada y se inició un camino que, por curiosidades de la vida, me llevaría a convertirme en un power ranger. Sí, jóvenes padawans, ésta es mi historia. La historia de Senpai Flanagan.
Aunque observando mi cuerpo musculado pueda parecer increíble, de joven no era un chiquillo demasiado deportista. Jugaba al fútbol, como todos los niños heterosexuales, pero no porque me entusiasmara sino más bien por falta de alternativas. Al llegar al instituto descubrí el vóley, y ese mismo verano los del ayuntamiento también lo descubrieron y pusieron pistas y redes en la playa.
Desde entonces mis veranos consistieron en playa y vóley, y durante el resto del año me tenía que seguir conformando con ir haciendo el partidito de fútbol semanal con los colegas. Sí, me hubiera podido enrolar en algún equipo de vóley pista en invierno, pero en Canet no había. Hubiera podido ir al pueblo de al lado, pero esto comportaba coger el tren y después andar hasta el culo del mundo donde estaba el pabellón, y como que no. Además, desde cuando un canetense juega en las filas del Arenys?
De todas maneras yo no estaba hecho para el Vóley federado. Mi técnica no era precisamente refinada, básicamente se trataba de saltar muy alto y meter la mejor castaña posible a la pelota apuntando a la cara del de delante (pero eso era siempre un accidente), y las normas a las que estaba acostumbrado tampoco eran demasiado oficiales.
Nuestro sistema de reglamentación se fundamentaba sobretodo en que quien más discutía y gritaba para defender si la pelota había tocado dentro o fuera tenía razón. El nivel de invasión de campo y de colgada en la red que se aceptaba era proporcional a la dificultad del remate, que no era cuestión de invalidar un punto guapo por pequeños detalles. Y si la pelota tocaba la red, contaba como si hubiera pasado de campo y la podías volver a tocar tres veces. Evidentemente en todas las discusiones por puntos, las opiniones de los de fuera del pueblo contaban menos, sobretodo porque nos decían que no teníamos ni puta idea.
Vaya, que no hubiera durado ni dos días en un equipo de federados (pringados...).
Al empezar la universidad tenía una nueva oportunidad y tenía muy claro que me quería apuntar en el equipo de vóley y al grupo de teatro.
En el Aula de Teatro entré gracias al monólogo de la Hiena de “Antaviana”, que trata sobre un asesino encarcelado que explica porqué le han trincado y que yo, aprovechando mi experiencia, enfoqué desde el punto de vista de un jugador de vóley al que han anulado un punto injustamente.
En el equipo de vóley no me admitieron, por discriminación sexual. Resulta que sólo había equipo femenino y me dijeron que no cumplía los requisitos mínimos. Federados de los cojones… bueno, cojones, cojones no, pero federados.
Con mis opciones de vóley frustradas y mis colegas del fútbol en Canet, aquél fue un curso de gran declive físico y dramatúrgica incipiente. El siguiente verano fue el último que pasé en Canet y en sus pistas de vóley, y al volver a Barna decidí que tenía que hacer algo respecto al invierno de películas en el sofá que se acercaba.
La UPF tiene (o tenía) un convenio con la UB para compensar su falta de instalaciones deportivas, de manera que a los pompeuanos se nos permitía inscribirnos a los programas deportivos de la UB por un módico precio. El único problema es que, si el pabellón de Arenys está en el culo del mundo, las pistas y gimnasios de la UB están mucho después de donde Jesucristo perdió la chancleta y donde sólo se llega si tienes un vehículo con capacidad de hiperespacio y propulsores anti-materia. Y aún así, vale más que lleves un libro para no aburrirte.
De todas formas, me apunté a “musculación” (aka levantar pesas y tal), fui una vez, me miré la sala enorme con máquinas varias, pensé “Ostia, qué aburrido”, me fui y no volví nunca más. De camino a casa aproveché para leer otro par de enciclopedias.
Por aquella época TV2 había empezado un convenio con el Canal Arte y de tanto en tanto hacían domingos temáticos en los que basaban toda la programación del día en un tema en concreto. Y coincidió que, un domingo que yo estaba amortizando el sofá, tocó “Artes Marciales” y me pasé todo el día viendo documentales sobre el tema intercalados con películas de samuráis.
A la hora de comer ya había decidido que quería ser ninja. ¿Por qué pasarte todo el rato levantando pesas cuando puedes aprender a romper ladrillos con el escroto?




The way of the yoya (2 de 5)
The way of the yoya (3 de 5)

The way of the yoya (4 de 5)

The way of the yoya (5 de 5)

martes, enero 15, 2008

Lexter, polifacético

Claud y Nil vinieron de visita por navidad y un viernes, por casualidades de la vida, y más concretamente por el cumpleaños de su hermana, acabamos en una discoteca llamada Underground y con logotipo en honor al metro de Londres.
Una pequeña cagada seria el hecho de que en Londres el metro no se llama
underground sino tube, pero de todas maneras nos hizo gracia acabar en un sitio así la primera vez que nos veíamos en Barna. Lo que no nos hizo tanta gracia es que en el mapa gigante del metro que había una entrada no saliera nuestra parada. Es lo que tiene vivir en la periferia, más barata y con más jeringuillas por la calle.
Una vez dentro, y entre bailecillo y bailecillo, vimos que había un pavo que se había puesto a hacer playback con el
Sex Bomb del tigre de Gales, pero al cabo de un rato nos dimos cuenta que no hacía playback, sino que estaba cantando de verdad, igualito igualito que Tom Jones.
Era el DJ y el dueño de la disco, y al final de la noche y después de haberle escuchado varias actuaciones nos acercamos y le dijimos que era muy bueno. Y aquí es donde la cagamos.
Resulta en Lexter es un
divorro y nos empezó a contar que él hace música fusionando The Police + Reage + yoquesequemás que es lo mismo que hace un tal Bob Sinclair, pero que el ya lo hacía antes y Bob le copió porque están en la misma discográfica (Sí, sí, claro, claro...).
Cuando llegué a casa entre en el youtube a ver quién era el Sinclair ese, que a mí el nombre me sonaba, y la verdad es que si que es un
poco conocido. Un poco bastante de hecho. Y después fui a buscar el megahit Freedom to love que Lexter nos había dicho que acababa de salir en súper world wide release.
Sinceramente, Bob le debe haber robado absolutamente todas las ideas buenas, o a lo mejor simplemente es que hay una diferencia entre tener buena voz y tener buen gusto, porque la canción es tan original como el título. Como mínimo constaté que no habíamos sido los únicos a quien Lexter cuenta sus frustraciones sinclerianas, que su hit del youtube tiene un par de comentarios en plan “Ui sí, la canción mola mucho, tope mejor que Bob tío!”. Claro que también puede ser que las haya escrito él mismo.
I como vuelta de tuerca, la noche de fin de año estaba otra vez con Claud y Nil y después de las uvas estaban dando no se qué especial de año nuevo en no sé qué tele cuando de repente aparece… sí, él. Con melenita y perilla pero era él, cantando no se qué parida con una chati en minifalda.
No es que el pavo me caiga mal, es que el viernes siguiente volvimos y a los cinco minutos de estar allí el figuras le preguntó a uno de nuestro grupo que si no tenía pensado tomar nada. Claro, es que como el local estaba tan lleno a rebosar...



viernes, enero 04, 2008

Feliz 2008... que rima con bizcocho...

Navidad = Madrid, como cada año, que toca reunión familiar en casa de la matriarca (la agüelita). Este año, además, ha tocado rememorar la infancia.
Mis tíos tienen un ahijado de 12 años que este año ha pasado las fiestas con nosotros, y para entretener al chaval decidimos llevarle al Parque de Atracciones. En Madrid son así, el parque de atracciones de la ciudad de toda la vida está bautizado con el rebuscado y sorprendente nombre de “Parque de Atracciones”. La verdad es que le sienta bien, ya que era justamente eso, un conjunto de atracciones de feria de las de toda la vida (rollo “el saltamontes” o “el tren de la bruja”) pero en un recinto estable.
El chaval estaba contento de que fuéramos, yo estaba histérico. De pequeño, cada viaje a Madrid suponía inexcusablemente una visita al Parque, pero hacía como mínimo 14 años que la tradición se había interrumpido. Y volver suponía comprobar cuantas de las atracciones cutres que tanto me gustaban de pequeño habían sobrevivido al paso de los años, y evidentemente montar en ellas.
La verdad, poco queda del parque que yo recordaba. Sigue estando en la Casa de Campo, pero eso es casi lo único que no ha cambiado. De hecho han montado otro parque temático justo al lado, donde para montarte en las atracciones no tienes que comprar tiquets sino condones, pero en el Parque de Atracciones por 26 leuros puedes entrar en todas las atracciones tantas veces como quieras y en el otro parque me parece que por ese precio sólo te dejan visitar el pabellón francés.
¿Qué queda de mi infancia? Quedan los
Caballitos de el Oeste, una atracción muy avanzada a su tiempo donde te paseas por un poblado de cowboys e indios pseudos-disneys montado en unos caballitos de plástico que hacen como que cabalgan pero en realidad te están dando por el culo.
Queda
El barco blanco cutre ese, que es un barco blanco cutre con pasillos oscuros donde el suelo se mueve de lado, y después arriba y abajo, y después tiene pinturas fluorescentes en las paredes y la traca final es un túnel redondo de la friolera de metro y medio que da vueltas. Terror psicológico vaya.
I, gracias a Dios, queda
La selva de Tarzán, donde montado en una barca te paseas por un canal que recorre la selva. La verdad es que todo el decorado está renovado, pero han sido fieles al original y aún está el Tarzan en su cabaña y un par de exploradores subiendo a un árbol mientras un rinoceronte les clava un cuerno en el culo y, sobretodo, se sigue pudiendo apreciar el ruido de los sistemas hidráulicos que hacen mover las figuras de cartón piedra.
¿Qué hay nuevo? Todo el resto, pero lo más impresionante es la colección de montañas rusas de última generación con las que se han equipado (en el parque temático de al lado también hay rusas) y que es lo que hace que el año que viene piense volver. En especial una que se llama
La Lanzadera y que no es una montaña rusa sino una columna altísima donde te sientas en un asiento que sube hasta arriba y mientras subes vas diciendo “Ay mira, si desde aquí se ve todo el parque” y después dices “Ay mira, si se ve la casa de la abuela” y después “Ay mira, si aquello deben ser Ceuta y Melilla” y entonces te sueltan y caes en picado y dices “Ay mira mecaguenlaostiavirgensantísima!!!”
Evidentemente, ya que estaba en Madrid, también aproveché para ver a
Amparo y a Conejito. Bueno, a Conejito menos porque estaba enfermo y se fue a casa temprano, cosa que me dejó a mí solo con Amparo y tres amigas suyas en medio de una discoteca de ragatone (???) y con la posibilidad de montar una bacanal de sexo salvaje o bien mantener una interesante conversación sobre métodos depilativos. Ganó la segunda opción por cuatro votos a uno. Y ¿queréis que os diga una cosa? La depilación láser a la larga sale a cuenta, que lo dice Amparo que se ha hecho las axilas y no paraba de levantar los brazos con orgullo. Dice que está ahorrando para las ingles, pero no sé si eso lo tiene pensado lucir de la misma manera.