domingo, febrero 17, 2008

Joaquina, heroína de la carretera (título con doble sentido y arcén practicable de más de 1,5 metros)

Viene de aquí y termina aquí.

Joaquina, a ti lo que te gusta es la heroína. Joaquina, ya sé que eres adicta a la morfina. Joaquina, tu que juegas con plastilina. Pero, ¿la plastilina no es ninguna droga, no? No, pero rima que te cagas.
Joaquina es la profe que me enseña a conducir, pero claro, como tengo que ir esquivando escupinajos cada vez que me habla, cual Neo esquivando pistolotes en Matrix, pues no puedo prestar toda la atención que yo querría a lo que dice.
I es que para ella también es difícil, que cuando Joaquina era joven era más fácil instruir a los conductores noveles, sobretodo porque no había coches y la tierra estaba poblada por lagartos gigantes. Pero claro, vino un meteorito y se lo cargó todo y la cosa fue evolucionando hasta la invención del motor de explosión y Joaquina tuvo que buscarse una manera de ganarse la vida y las dosis de heroína.
El principal defecto que Joaquina encuentra a los jóvenes de hoy en día es que están acostumbrados a usar una máquina mística y obscura llamada “ordenador”. El ordenador es una cosa que tiene “juegos”, y también “videojuegos”, que aún son peores, y entonces los chicos están acostumbrados a que apretando un botoncito ya se hace todo y no piensan, y con el coche no es así, porque el coche es una “máquina”. ¿Tú sabes qué es una máquina, niño? Sí Joaquina, una vez vi una.
De todas formas Joaquina tiene esperanzas conmigo, porque como soy payés estoy acostumbrado a trabajar con tractores (???).
Cuando le dije que me llamaba Flanagan encontró que era un nombre muy original. Le conté que es el patrón de los campesinos, pero se ve que para Joaquina “St. Flanagan es el patrón de los campesinos” significa “Mis padres son payeses, he crecido en una masia y desde los siete años conduzco tractores y labro las tierras de la familia”. O sea que cada vez que me contaba algo sobre el funcionamiento del coche me decía que yo lo entendería mejor porque tengo experiencia con maquinaria agrícola, y entonces yo le intentaba explicar que no soy payes por la misma razón que mi padre se llama Jordi y no va matando dragones por la calle, y ella me decía que bueno pero que igualmente la práctica con el tractor me sería muy útil con el coche, y entonces yo ya no le decía nada.
Pero el problema con Joaquina no era ninguno de estos. Lo que realmente interfería con mi educación vial era el hecho de que ella no acabara de tener claro que si voy a clases de conducción es porque, curiosidades de la vida, no sé conducir. De manera que ella se ponía muy nerviosa y decía “¿Por qué no cambias de marcha si el motor va revolucionado?” Y yo pensaba “¿Revolucioqué?” y ella se ponía histérica y gritaba “No ves que estás apunto de comerte el coche de la derecha” y yo pensaba “No ves que NO SÉ CONDUCIR PUTARRONA y me estás haciendo circular mientras tu vas escribiendo un puto sms en el móvil!!!
Nuestra relación no podía continuar así, o sea que decidí que tenía que hablar con ella. De hecho decidí que tenía que pedir que me cambiasen de profesor, pero en la autoescuela me dijeron que no había ninguno libre hasta dentro de dos semanas como mínimo, y total los otros profes también tienen pinta de esnifar cosas. Decidí que tenía que hablar con ella y conseguir que Joaquina entendiera que nos teníamos que relacionar amistosamente, porque sería mucho mejor para los dos si yo dejaba de pensar en meterle el Renault Modus por el culo, marcha atrás y con las puertas abiertas.
Y entonces le dije que se tenía que calmar y venir de casa ya drogada para que no le diera el mono en media práctica. Le dije que en realidad yo quiero aprender a conducir porque me preocupo por ella, porque cuando le vienen los ataques de tos siempre me hace sufrir por si le da un patatús y que yo no sepa conducir hasta el hospital y entonces se muera y yo me tenga que esperar dos semanas para hacer prácticas con otro profe. Que se tenía que relajar y no ponerse histérica cada vez que estoy apunto de atropellar a un peatón, que total peatones hay de sobras.
Y así es como Joaquina y yo nos hicimos amigos. Y cuando acabamos la segunda práctica le di un abrazo (da igual que ahora me tenga que hacer la prueba del sida) y ahora cada día conducimos tan cotentos y nos despedimos con dos besos y yo le digo “adiós guapa” y ella me dice “adiós precioso”. No sé si fue la conversación o que su camello le pasa heroína de mejor calidad, pero yo aprendo más y Joaquina está de mejor humor.




jueves, febrero 14, 2008

Vent del Pla: The Movie

Es que han hecho una peli de Vent del Pla (Vent del Pla: The Movie), que me ha hecho bastante gracia aunque el comentario de Antonio Gasset sobre el film fue "El guionista tiene el sentido del humor en el culo", que yo encuentro que es un poco exagerado… bueno, no.
Y vale, reconozco que posiblemente no tendría que haber linkado la peli en según qué sitio y pido perdón públicamente
Quipugui haber ofendido... (de buen rollo tíos;) Es que vi que allí podías enlazar lo que quisieras y yo que sé, no me supe aguantar… ya sabía yo que el link se iría al pedo...

miércoles, febrero 13, 2008

Joaquina, la profe farlera

A mucha gente se le escapa que Joaquin Sabina tiene una hermana. Es lo que pasa cuando tienes un hermano famoso, que tú quedas como en segundo plano, sobretodo cuando tienes todos los vicios del hermano pero sin la parte poeta. Más concretamente, cuando eres una simple profesora de autoescuela yonki. Más concretamente aún, cuando eres mi profesora de autoescuela yonki. Joaquina, la hermana perdida viciosa yonki y chunga de los Sabina de toda la vida. La momia tronada que me recibió en mi primer día de prácticas y que se supone que me tiene que enseñar a conducir, aunque es más probable que acabe aprendiendo a fumar heroína y haciendo el examen por los alrededores del campo del Barça cuando está oscuro.
Como bien decía un amigo mío: A mí me pasan cosas, buenas y malas, pero me pasan cosas.

Y ésta no es buena.



Continua aquí y termina aquí.





...


miércoles, febrero 06, 2008

The way of the yoya (2 de 5)

Siempre me habían atraído las artes marciales. De pequeño tenía un arsenal de lo que a primera vista podían parecer palos de escoba, pero en realidad era mi colección de espadas y lanzas. Después de ver una peli de acción, normalmente me pasaba el resto de la tarde dando botes, gritando y rallando la mayoría de muebles de casa con mis palos. Un día mi madre se cabreó porque estaba harta de tropezar con todo aquello y me lo tiró a la basura. Fue uno de mis traumas de la infancia y en cierta manera lo que me hizo entrar en la “juventud”.
Con esto quiero decir que no es raro que con la maratón de pelis/documentales del verano del ’99 me quedase un poco flipado. Ya me acostumbraba a pasar esto al ver alguna peli de ostias, la diferencia fue que esa vez, al día siguiente la idea aún me rondaba por la cabeza.
De todas maneras el sentido común se impuso. Yo ha sabía que me cogían neuras de estas, de hecho no hacía mucho que me había gastado todos los ahorros en un equipo de aphnea para ir a hacer pesca submarina en invierno. La idea parecía buena, te compras un traje de neopreno y entonces ya te puedes bañar en la playa todo el año aunque haga frio. El problema es que descubrí que, aunque el neopreno realmente aísla muy bien, la parte de la cara que no te queda cubierta se congela igualmente y hace una pupita que flipas. De manera que usé el equipo un par de veces y ya está y encima en la primavera hice una estirada y el traje se me quedó pequeño. Si alguien está interesado aún vendo cinturón con plomos, guantes y cuchillo waterproof a buen precio.
No quería que esto se repitiera. No quería apuntarme a un dojo, comprarme el equipo, ir a dos clases y a la tercera decir “Ostia puta, qué pupita” y no volver más y guardar el equipo encima del de submarinismo. De forma que me dije “Chaval, si dentro de dos meses aún tienes ganas, pues te apuntas y si no pues no pasa nada, que la homosexualidad hoy en día está muy aceptada”.
Al cabo de un mes y medio decidí que perdidos al río y me empecé a buscar un profesor. A mí lo que me hubiera encantado hubiera sido hacer
Kendo, pero hay muy pocos dojos, las clases van caras y el equipo vale una pasta. Las espadas siempre han sido cosa de ricos y digamos que tradicionalmente quien se podía permitir una espada es la misma gente que hoy en día se puede permitir un Leopard II o un MIG-29. Además, en el Kendo sólo está permitido atacar a la armadura, que es precisamente donde no se apuntaría en un combate de verdad (suponiendo que te encuentres gente con armadura que te intenta cortar en dos cuando vas por la calle). También pensé que ya que nos poníamos mejor aprender algo que se pudiera utilizar en caso de necesidad. Quiero decir que si te encuentras en un lío no creo que sea muy fácil encontrar una espada a mano, que a mí me haría mucha ilusión pasearme por el mundo con un sable en la cintura, pero se ve que es ilegal y no veas qué marrón si quieres viajar en avión.
Pero por suerte existen las artes marciales de los pobres, donde no te tienes que comprar ni armas ni armadura y con un pijama blanco ya haces.
Power to the pueblo.
Acabé haciendo karate
Kyokushinkai por casualidad. En el gimnasio que estaba más cerca de casa hacían Karate y Aikido, entre otras cosas. Yo dudaba de qué camino coger, el Aikido vendría a ser un estilo blando e interno (luxaciones, proyecciones…) y el Karate uno duro y externo (ostias). Como no me sabía decidir finalmente apliqué una lógica muy simple. Por el mismo precio se hacían tres clases de hora y media de Karate a la semana, y Aikido sólo dos clases de una hora.
La primera impresión que tuve del Karate fue que, efectivamente, cuando te meten una ostia hace daño, y aún más si quien te está poniendo a caldo es un crío de cinco años y cinco palmos más pequeño que tú.
La segunda impresión fue que cuando no te meten una ostia, también hace daño. Las artes marciales en general son físicamente muy completas, trabajas velocidad, reflejos, fuerza, elasticidad, resistencia… En definitiva, todo y mucho, lo que significa que, cuando empiezas a practicarlas y partes de una condición física lamentable, las agujetas que tienes al día siguiente hacen que te plantees si estás haciendo artes marciales o estás haciendo el burro. Me pasé dos meses andando como Mazinguer Z y aguantando como los colegas de la uni se reian de mi. A los dos meses rompí un ladrillo con el escroto y ya no se rieron más.



The way of the yoya (1 de 5)
The way of the yoya (3 de 5)

The way of the yoya (4 de 5)

The way of the yoya (5 de 5)

lunes, febrero 04, 2008

Qué guapa soy, qué tipo tengo

Se ve que han quitado “Aquí hay Tomate” de antena de un día para otro. Qué pena.
Pero lo mirabas o qué? Sí, bueno... sólo una parte si lo enganchaba haciendo zapping, la parte donde salía la presentadora que está como un tren y tiene un morbo que flipas y siempre tenía la gentileza de llevar un escote que realzase sus ojos preciosos. Espero que vuelva a presentar algo pronto. Y a poder ser que en lugar de llamarse “El Tomate” se llame “Los melones”. Carmen, te quiero (y te aseguro que me muerdo la lengua con muchos otros chistes de temática vegetal, porque soy un señor, y porque no soy vegetariano).