jueves, septiembre 14, 2006

Master of the universe

Ribak es un tío de Bangla Desh que trabaja conmigo y que es incapaz de pronunciar mi nombre correctamente. Me dice Garlic, que quiere decir Ajo y evidentemente me toca las pelots.
Últimamente he decidido que como él me toca lo que no suena yo también se lo toco a él y cada vez que me llama le hago repetir mi nombre hasta que lo dice bien. Cinco minutos después el cabrón ya me está diciendo Ajo otra vez, pero por lo menos le canso un poco. No es mal chaval, simplemente es incapaz de pronunciar absolutamente nada correctamente.
Hoy, en una de nuestras sesiones de "Listen & repeat" en la que he estado especialmente cansino el tío ha acabado preguntándome si no tenia algún otro nombre o apodo. Me toca mucho los huevos cuando alguien me pregunta eso. Para empezar porque se tiene que ser muy tonto para preguntarle eso a alguien. Te están diciendo: “Mira chico, me da pereza aprenderme tu nombre, que tal si buscamos algún nombre que ya me haya aprendido y así no me canso?”.
La mejor manera de caerle bien a alguien es aprenderte su nombre a la primera y pronunciarlo a menudo las primeras veces que conversas con él o ella. Es una cosa muy básica que enseñan en cualquier curso de relaciones laborales/personales. Es muy fácil y efectiva. El nombre propio es el sonido más bonito del mundo para cualquier persona. Pero cagarla es igual de sencillo.
Theodor Roosvelt, en una recepción de embajadores cuando era presidente de EEUU, decidió hacer una prueba. Cada vez que le presentaban a alguien en lugar de decir “Es un placer tenerle aquí con nosotros”, decía “Acabo de asesinar a mi mujer”. Nadie le preguntó que cono estaba diciendo. Es lo mismo que nos pasa a todos, no escuchamos a la otra persona y cinco segundos después no recordamos como se llamaba.
Roosvelt tenía un sistema para eso. Justo después de conocer a alguien visualizaba la cara de aquella persona y repetía su nombre diez veces para grabarlo en la memoria
Me parece que Ribak no será nunca presidente de los Estados Unidos de América.
¿Qué si tengo algún otro nombre? Bueno, he pensado, entraremos en la fase de vacilarte directamente a la cara chaval y le he dicho que si quería podía llamarme Master of the Universe. Evidentemente era una vacilada, pero el tío se lo ha tomado como una alternativa y ahora no para de llamarme Master. Los caminos del señor son inescrutables.
El problema es que el nene tampoco pronuncia bien Master y parece que diga Mustard (mostaza), de manera que estamos más o menos como al principio.
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Continuación aquí.

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