lunes, mayo 28, 2007

La Diosa del Templo del Metal

Hoy he ido al templo del metal, a.k.a. el The World’s End de Camden, un pub donde los domingos por la noche tienen a una banda tocando temas clásicos del heavy. Antes la banda estaba compuesta por antiguos guitarristas de bandas rollo Judas Priest y similares, unos tíos que dominaban tanto que mantenían discusiones sobre fútbol con el público al mismo tiempo que hacían un solo de guitarra. Lo tocaban todo tan perfecto que hubiera sido imposible encontrar la diferencia con una grabación original a no ser por el vocalista, un pavo que tenia pinta de camionero alcohólico jubilado y que definitivamente no tenia la voz al nivel de los músicos. Pero un buen día cambiaron la banda, suponemos que porque el cantante finalmente la debió palmar, que ya era un milagro que se aguantara de pie y aún más que pudiera coger el micro. La nueva banda tampoco está nada mal y, aunque no llegan a ser tan perfectos como sus antecesores, mantienen el nivel alto. Para compensar, el nuevo cantante es mucho más competente y tiene un acento cocny de la ostia que lo hace muy pintoresco, aunque se flipa un poco y le gusta pasearse por el pub cantando con su micro inalámbrico. Por ejemplo, hoy ha subido al piso de arriba y se ha puesto a cantar apoyando la pierna en la barandilla y cuando se ha acabado la canción han tenido que ayudarle a liberar la bota que se le había quedado encallada entre dos barrotes.
Pero lo importante de la velada no ha sido el concierto, sino la Diosa del Templo del Metal. O mejor dicho La DIOSA del Templo del Metal. Bueno, de hecho al principio la hemos bautizado como morbo-woman, pero enseguida hemos decidido divinizarla.
No sé si habéis visto “Gia”, es una peli protagonizada por Angelina Jolie y basada en la vida de Gia Carangi, una modelo de finales de los setenta. Pues bueno, la Diosa del Templo del Metal no sólo recordaba a Gia sino que además tenía un cierto aire oriental, llevaba una franja oscura en los ojos en plan Daryl Hannah haciendo de Pris en Blade Runner y llevaba en los brazos mallas enrejadas rollo pubilla chunga. Con la diferencia de que las pubillas de mi pueblo no eran así en absoluto.
En definitiva, que mientras la Diosa ha estado por allí hemos pasado olímpicamente de la banda y del cantante que se iba paseando y nos hemos dedicado a admirarla y, aunque Bakerin y Jopelines lo negarán rotundamente, la Diosa me ha devuelto la mirada en varias veces. Vamos, pero fijo, fijo. ¿Y qué es lo que he hecho yo? Evidentemente, nada.
Ya de entrada, soy incapaz de mantener una conversación con una pava que no conozco de nada. Trist but ciert. Si Fenix del A-Team hubiera estado allí no sólo se hubiera ligado a la pava sino que hubiera conseguido que le dejara su coche para llevar a cabo alguna misión. Pero yo no soy Fénix y si encima la pava es una diosa del metal no hay nada que hacer. Quiero decir que si voy y le digo “Hello” y ella me responde “Hello” y entonces yo empiezo a decir “Eeeee… hummmm… estoooo… (qué buena que estás, qué buena que estás)… hummmm… uuuuuh… (québuenaqueestás-québuenaqueestás-québuenaqueestás-québuenaqueestás)…” pues no llegaremos a ningún sitio y de conseguir el coche ni hablar. Qué mierda es vivir.
Tengo que decir en mi defensa que la pava era tan mega atractiva en todos los sentidos que imponía mucho. No sólo a mí. Era evidente que allí por donde paseaba, se extendía una epidemia de tortícolis la mar de curiosa, pero nadie tenía los cojones de decirle nada. Y cuando un primo-hermano de Metalboy ha decidido probar suerte ha estado todo el rato hablando a un metro de ella, con miedo de acercarse más.
En definitiva, que cuando la pava ha decidido irse todos nos hemos quedado más tranquilos. Qué idiota, lo sé. Qué mierda es vivir.

jueves, mayo 24, 2007

Soy un poeta social

El poli li va dir al punki,
.
vols que et punxi amb un punxó?
.
I el punki li va dir al poli,
.
punxa'm però a la panxa no.
.
.
Queria hacer un soneto, pero es que no me salía.

martes, mayo 22, 2007

Boomer conection

En las navidades pasadas mi prima se curró mucho los regalos. Entre otras cosas cada paquete llevaba un sobre con dedicatoria y unos cuantos chicles y piruletas y palotes pegados alrededor. Hoy me he encontrado uno de esos chicles, que ha sido capaz de sobrevivir cinco meses en uno de los bolsillos de mi abrigo. Un chicle con sabor a “hierbabuena”.
No he podido evitar pensar en la estupidez del sabor, una cosa que yo creo que sólo tenemos en nuestro querido reino. Quiero decir que todos hemos bromeado con la mítica frase de “a qué huelen las nubes” pero me parece que esto aún es más estúpido. ¿A qué puñetas sabe la hierbabuena? ¿Y la clorofila? Porque recuerdo que también habían chicles de clorofila. Ya puestos los podrían hacer con aroma de perejil y tomillo.
Vale de acuerdo, hierbabuena y clorofila suena muy supersano y meganatural, pero ¿a qué cojones sabe!? Sinceramente soy de la opinión que simplemente nos están vendiendo menta adulterada. Además estos chicles siempre vienen en envoltorios azules o verdes y de todos es sabido que un chicle con estos colores es de menta.
Por eso soy partidario de los chicles tipo “extra cool” o “frescor alpino”, tienen un nombre que directamente no quiere decir nada. Ya te dejan claro que el sabor está hecho con E253 y E129. El único problema que les encuentro es que hay productos de limpieza para el lavabo con los mismos nombres.

viernes, mayo 11, 2007

Las escaleras infinitas

Anoche bajé a la cocina a picar algo. Ya era tarde y no había nadie más. Al cabo de un rato empecé a oír un ruido raro, parecido al chirriar de las escaleras cuando alguien está bajando, pero al cabo de un rato pensé que o bien las escaleras se habían vuelto mucho más largas o bien el ruido tenía que ser otra cosa. Dejé lo que estaba haciendo para escuchar mejor, me fui acercando poco a poco y decidí que el ruido venía de dentro de uno de los frigoríficos. “Hay una cosa viva dentro del frigorífico!”. Lo primero que pensé es que a lo mejor era un ratón, pero inmediatamente lo descarté, porque para hacer aquél ruido tendría que ser la rata más grande del mundo. Pero entonces qué!?
Entonces? Entonces se me encendió la bombilla y miré hacia arriba. Había empezado a llover y las gotas de agua pegaban contra la claraboya de la cocina.
Me sentí muy ridículo, pero tranquilo. Suerte que nadie me vio, sólo faltaría que algún compañero de casa tuviera un blog y explicase las tonterías que hago.

martes, mayo 08, 2007

In da House (Roku)

Ahora tenemos papel de water con Aloe Vera. Yo no le veo el aloe por ningún sitio, quiero decir, que así a primera vista no te sabría diferenciar si tiene aloe o tiene anchoas de La Escala, pero de todas formas reconforta saber que hay gente en casa que se preocupa por tu salud. Aunque sólo sea por la de tu culo.
I es que en casa, por alguna razón que aún no sé identificar, cada vez vamos teniendo más ambiente familiar. Supongo que el hecho de tener al clan McLeod influye, que por ejemplo te puedes encontrar a Tommy y a Duncan pasándose una mañana entera intentando arreglar la BMW de Tommy, como buenos hermanos. Y por la tarde, cuando ves que han vuelto a desmontar la moto porque sigue sin arrancar, les preguntas que qué tal va la cosa, por charlar un poco, y ellos te contestan “Muy bien, hemos arreglado el claxon” . Yo no entiendo de motos y no se si el pito es un componente muy esencial para el funcionamiento de una BMW, pero bueno…. Me los imagino yendo a 150 mph sin frenos y pensando “No pasa nada, en caso de necesidad siempre podremos usar el pito”.
O por ejemplo también te puedes encontrar a Karen cocinando para el resto de la familia. Que en el clan McLeod se reparten las tareas. Karen cocina, y Tommy y Duncan se lo comen (bueno, y arreglan cláxones). Karen cocina unas ollas inmensas de cosas que después reparte en innumerables tupper wares que se acumulan verticalmente encima de su frigorífico. Cuando Tommy o Duncan acaban de arreglar algún claxon y tienen hambre, cogen un tupper y comen. Si yo ando por allí me dicen “¿Quieres?” y entonces yo digo “No, gracias.”
Digamos que tengo mis reservas respecto a la cocina Kiwi que he visto hasta ahora. Digamos que supongo que el viaje de los pioneros de la colonización neozelandesa debía de ser largo y penoso y que definitivamente decidieron que los libros de cocina eran un elemento del cual podían prescindir.
Pero no es sólo el hecho de tener a los hijos de Leod reunidos de nuevo en casa. Por ejemplo, hasta Metalboy está más casero. Metalboy, un tío de quien decidí que si le volvía a pillar fumando en el comedor no le diría nada más, si no que llenaría una olla de agua y apagaría el fuego (y después seguramente tendría que usar la misma olla para darle en el cogote cuando él intentara arrancarme la cabeza). Pues ahora resulta que somos colegas y que casi me da pena que se vaya (he dicho casi). Nuestra buena relación empezó un día que cociné lentejas con chorizo y le dije si quería un plato. Se ve que el gesto le llegó al corazón y empezó a recordar su infancia, que en Cerdeña está el dicho de que comer lentejas en fin de año trae buena suerte y la Metalmamma siempre se las cocinaba. Al día siguiente él me correspondió con un plato de pasta con jamón “reduce to clear” y entonces descubrí que, por muy italiano que seas, saber cocinar pasta no es una cosa genética. Pero bien, el gesto es lo que cuenta y ahora somos colegas. Un día casi fui a ver un concierto de su grupo (he dicho casi).
Y también tenemos a Buckanan, un sueco que sustituye a Jerry y continúa con la tradición ninja de la habitación porque a él tampoco le vemos el pelo. Como ejemplo, hace tres días nos quedamos sin internet y Buchanan bajó al comedor y preguntó a Metalboy si sabía qué había pasado. Metalboy le contestó que él había estado de vacaciones en Cerdeña y que acababa de llegar y no sabía nada. La moraleja es que Buchanan no se había dado cuenta que hacía tres semanas que las greñas no corrían por casa, porque esta es la periodicidad con la que él se cruza con el resto de la gente.
Así de entrada no parece que Buckanan tenga que contribuir mucho al ambiente de la casa, y es verdad, pero su churri sí. Porque cuando hacemos alguna cena también invitamos a la novia y así mientras Buckanan come en silencio, nosotros estamos de palique con la churri. Bueno, vale, y también nos jalamos los pasteles caseros molonguis que siempre nos trae, pero nosotros si la invitamos es porque nos cae muy bien y porque habla.
Y así estamos. No te diré que no haya casas mejores, pero como mínimo aquí sabes que los cláxones funcionan y que tienes un rollo de papel con aloe esperándote en el lavabo.