Ahora tenemos papel de water con Aloe Vera. Yo no le veo el aloe por ningún sitio, quiero decir, que así a primera vista no te sabría diferenciar si tiene aloe o tiene anchoas de La Escala, pero de todas formas reconforta saber que hay gente en casa que se preocupa por tu salud. Aunque sólo sea por la de tu culo.
I es que en casa, por alguna razón que aún no sé identificar, cada vez vamos teniendo más ambiente familiar. Supongo que el hecho de tener al clan McLeod influye, que por ejemplo te puedes encontrar a Tommy y a Duncan pasándose una mañana entera intentando arreglar la BMW de Tommy, como buenos hermanos. Y por la tarde, cuando ves que han vuelto a desmontar la moto porque sigue sin arrancar, les preguntas que qué tal va la cosa, por charlar un poco, y ellos te contestan “Muy bien, hemos arreglado el claxon” . Yo no entiendo de motos y no se si el pito es un componente muy esencial para el funcionamiento de una BMW, pero bueno…. Me los imagino yendo a 150 mph sin frenos y pensando “No pasa nada, en caso de necesidad siempre podremos usar el pito”.
O por ejemplo también te puedes encontrar a Karen cocinando para el resto de la familia. Que en el clan McLeod se reparten las tareas. Karen cocina, y Tommy y Duncan se lo comen (bueno, y arreglan cláxones). Karen cocina unas ollas inmensas de cosas que después reparte en innumerables tupper wares que se acumulan verticalmente encima de su frigorífico. Cuando Tommy o Duncan acaban de arreglar algún claxon y tienen hambre, cogen un tupper y comen. Si yo ando por allí me dicen “¿Quieres?” y entonces yo digo “No, gracias.”
Digamos que tengo mis reservas respecto a la cocina Kiwi que he visto hasta ahora. Digamos que supongo que el viaje de los pioneros de la colonización neozelandesa debía de ser largo y penoso y que definitivamente decidieron que los libros de cocina eran un elemento del cual podían prescindir.
Pero no es sólo el hecho de tener a los hijos de Leod reunidos de nuevo en casa. Por ejemplo, hasta Metalboy está más casero. Metalboy, un tío de quien decidí que si le volvía a pillar fumando en el comedor no le diría nada más, si no que llenaría una olla de agua y apagaría el fuego (y después seguramente tendría que usar la misma olla para darle en el cogote cuando él intentara arrancarme la cabeza). Pues ahora resulta que somos colegas y que casi me da pena que se vaya (he dicho casi). Nuestra buena relación empezó un día que cociné lentejas con chorizo y le dije si quería un plato. Se ve que el gesto le llegó al corazón y empezó a recordar su infancia, que en Cerdeña está el dicho de que comer lentejas en fin de año trae buena suerte y la Metalmamma siempre se las cocinaba. Al día siguiente él me correspondió con un plato de pasta con jamón “reduce to clear” y entonces descubrí que, por muy italiano que seas, saber cocinar pasta no es una cosa genética. Pero bien, el gesto es lo que cuenta y ahora somos colegas. Un día casi fui a ver un concierto de su grupo (he dicho casi).
Y también tenemos a Buckanan, un sueco que sustituye a Jerry y continúa con la tradición ninja de la habitación porque a él tampoco le vemos el pelo. Como ejemplo, hace tres días nos quedamos sin internet y Buchanan bajó al comedor y preguntó a Metalboy si sabía qué había pasado. Metalboy le contestó que él había estado de vacaciones en Cerdeña y que acababa de llegar y no sabía nada. La moraleja es que Buchanan no se había dado cuenta que hacía tres semanas que las greñas no corrían por casa, porque esta es la periodicidad con la que él se cruza con el resto de la gente.
Así de entrada no parece que Buckanan tenga que contribuir mucho al ambiente de la casa, y es verdad, pero su churri sí. Porque cuando hacemos alguna cena también invitamos a la novia y así mientras Buckanan come en silencio, nosotros estamos de palique con la churri. Bueno, vale, y también nos jalamos los pasteles caseros molonguis que siempre nos trae, pero nosotros si la invitamos es porque nos cae muy bien y porque habla.
Y así estamos. No te diré que no haya casas mejores, pero como mínimo aquí sabes que los cláxones funcionan y que tienes un rollo de papel con aloe esperándote en el lavabo.
I es que en casa, por alguna razón que aún no sé identificar, cada vez vamos teniendo más ambiente familiar. Supongo que el hecho de tener al clan McLeod influye, que por ejemplo te puedes encontrar a Tommy y a Duncan pasándose una mañana entera intentando arreglar la BMW de Tommy, como buenos hermanos. Y por la tarde, cuando ves que han vuelto a desmontar la moto porque sigue sin arrancar, les preguntas que qué tal va la cosa, por charlar un poco, y ellos te contestan “Muy bien, hemos arreglado el claxon” . Yo no entiendo de motos y no se si el pito es un componente muy esencial para el funcionamiento de una BMW, pero bueno…. Me los imagino yendo a 150 mph sin frenos y pensando “No pasa nada, en caso de necesidad siempre podremos usar el pito”.
O por ejemplo también te puedes encontrar a Karen cocinando para el resto de la familia. Que en el clan McLeod se reparten las tareas. Karen cocina, y Tommy y Duncan se lo comen (bueno, y arreglan cláxones). Karen cocina unas ollas inmensas de cosas que después reparte en innumerables tupper wares que se acumulan verticalmente encima de su frigorífico. Cuando Tommy o Duncan acaban de arreglar algún claxon y tienen hambre, cogen un tupper y comen. Si yo ando por allí me dicen “¿Quieres?” y entonces yo digo “No, gracias.”
Digamos que tengo mis reservas respecto a la cocina Kiwi que he visto hasta ahora. Digamos que supongo que el viaje de los pioneros de la colonización neozelandesa debía de ser largo y penoso y que definitivamente decidieron que los libros de cocina eran un elemento del cual podían prescindir.
Pero no es sólo el hecho de tener a los hijos de Leod reunidos de nuevo en casa. Por ejemplo, hasta Metalboy está más casero. Metalboy, un tío de quien decidí que si le volvía a pillar fumando en el comedor no le diría nada más, si no que llenaría una olla de agua y apagaría el fuego (y después seguramente tendría que usar la misma olla para darle en el cogote cuando él intentara arrancarme la cabeza). Pues ahora resulta que somos colegas y que casi me da pena que se vaya (he dicho casi). Nuestra buena relación empezó un día que cociné lentejas con chorizo y le dije si quería un plato. Se ve que el gesto le llegó al corazón y empezó a recordar su infancia, que en Cerdeña está el dicho de que comer lentejas en fin de año trae buena suerte y la Metalmamma siempre se las cocinaba. Al día siguiente él me correspondió con un plato de pasta con jamón “reduce to clear” y entonces descubrí que, por muy italiano que seas, saber cocinar pasta no es una cosa genética. Pero bien, el gesto es lo que cuenta y ahora somos colegas. Un día casi fui a ver un concierto de su grupo (he dicho casi).
Y también tenemos a Buckanan, un sueco que sustituye a Jerry y continúa con la tradición ninja de la habitación porque a él tampoco le vemos el pelo. Como ejemplo, hace tres días nos quedamos sin internet y Buchanan bajó al comedor y preguntó a Metalboy si sabía qué había pasado. Metalboy le contestó que él había estado de vacaciones en Cerdeña y que acababa de llegar y no sabía nada. La moraleja es que Buchanan no se había dado cuenta que hacía tres semanas que las greñas no corrían por casa, porque esta es la periodicidad con la que él se cruza con el resto de la gente.
Así de entrada no parece que Buckanan tenga que contribuir mucho al ambiente de la casa, y es verdad, pero su churri sí. Porque cuando hacemos alguna cena también invitamos a la novia y así mientras Buckanan come en silencio, nosotros estamos de palique con la churri. Bueno, vale, y también nos jalamos los pasteles caseros molonguis que siempre nos trae, pero nosotros si la invitamos es porque nos cae muy bien y porque habla.
Y así estamos. No te diré que no haya casas mejores, pero como mínimo aquí sabes que los cláxones funcionan y que tienes un rollo de papel con aloe esperándote en el lavabo.
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