domingo, noviembre 25, 2007

Chuck 4 President

No es broma, bueno, un poco sí, pero va enserio. Chuck Norris ha hecho un vídeo diciendo que el candidato republicano a la presidencia de los EEUU es un buen cazador y por lo tanto los tiene bien puestos. El candidato dice que si Chuck lo dice debe ser verdad, porque Chuck es muy fuerte y da unas patadas muy guapas.
Necesito drogas.



El resto de los Chuck Norris Facts aquí.




sábado, noviembre 24, 2007

Mallorca, ecstasy & lotion (3 de 3)



Todo tiene un final, pero para acabar de rematar unas vacaciones singulare
s, tuvimos un final plural. Que es una manera de decir que tuve que ir dos veces al aeropuerto. Primero para decir adiós a Amparo, que se iba antes, y al día siguiente para despedirme yo mismo de mí personalmente.
En el trayecto para llevar a Amparo al aeropuerto decidimos que sería bonito hacer una última demostración de aquello que ya habíamos convertido en un clásico del viaje: intentar colarle alguna parida como ejemplo de tradición mallorquina. Bueno, en realidad no lo decidimos, es simplemente que Amparo nos preguntó qué quería decir la palabra “Recordi” (recuerde) que aparecía debajo de las señales de peligro de desprendimientos. Hacía días que Tron había agotado el tema de los peces, de manera que optamos por la lingüística y le dijimos que, de tantos años de convivir con los guiris, había ciertos anglicismos que los mallorquines habían ido adoptando. Como por ejemplo el “Recordi”, del inglés to record y que quería decir que estabas cerca de un buen mirador y que preparases la cámara para grabar. Nos quedamos un rato esperando a ver si Amparo hacía alguna foto, pero ella se limitó a decir que éramos unos capullos.

Como el viaje iba de clásicos, Tron decidió hacer su ritual del coche que se basa en:
A: Enchufarnos por millonésima vez el Cd de unos amigos suyos que tocan música soy-popero-y-más-moderno-que-el-rayo-láser. No es que no me guste el grupo, digamos que en realidad, después de escuchar el puto Cd non-stop durante una semana, soy más consciente de cómo es de maravillosa la vida cuando hay un silencio y escuchas al viento y las nubes cual anuncio de compresas.
B: Explicarnos historias para no dormir de su vida. Y esto ya me gusta más, para empezar porque así le puedo decir que baje la música que sino no le oigo. Y también porque sé que las historias de Tron tratan o bien de sexo, o bien de violencia, o bien de sexo y violencia. Una vez nos explicó una que iba de un amor platónico y de unos poemas que escribía, pero al final descubrimos que se lo estaba inventando.
Esta vez eligió explicarnos unas cuantas anécdotas de su trabajo en el aeropuerto, que básicamente consistía en rebotadas con peña, rebotadas con peña que se le rebotaba y follarse a una azafata d’Air Messerchmitt. Me encanta escuchar a Tro
n.
Al día siguiente puede comprobar yo mismo que en aquél aer
opuerto pasan cosas curiosas. Sobretodo en el lavabo donde, mientras estaba haciendo la meadita, descubrí que alguien se había reventado un grano enorme, o experimentado un episodio desastroso de hemorroides, o escenificado una versión adaptada de “Tu madre se ha comido a mi perro”. La cuestión es que la pared estaba salpicada de sangre.

Pero lo que me llamó más la atención fue que, a parte de mí, nadie llevaba su caja octogonal reglamentaria de ensaimada. Todo el mundo sabe que no te dejan salir de Mallorca si no llevas una caja de esas, pero al resto de los guiris se ve que nadie se lo había explicado.
Tuvieron suerte de que con mi ensaimada, mis tres kilos de sobrasada de Muro que lo flipas, mis cinco paquetes de quelis y el medio kilo de galletons que la madre de Barbarella me había regalado, yo solito ya sumaba los puntos necesarios para todos y dejaron embarcar a todo el mundo. Si no llega a ser por mí la economía mallorquina se va a la mierda.
Y para acabar de ver cosas fuera de lugar, voy y me encuentro que en mi avión también estaba Farruquito. No el piloto de rallys, sino el Farruquito de la Bowden.
Bowden Court, La Bowden para los amigos, es el hostel donde pasé mi primer año en Londres y donde conocí a Tron, a Bakerin, a Conejito y a Amparo y a gente mucho peor.
Farruquito era un tio de Mallorca que trabajaba ahí y que se ganó el mote con sus maravillosas melenas rizadas. Durante un tiempo había gente que le llamaba Ronaldinho, porque a demás de tener buen gusto era guapo, pero finalmente se quedó con Farruquito, aunque al cabo de poco se cortó el pelo. Con esto no consiguió acabar con la broma, pero p
or lo menos le quedaba mejor.
Farruquito me explicó que seguía en la Bowden y que todo estaba más o menos igual, normalidad que se refiere a que continúa siendo un refugio de tronados, y digo
tronados en el sentido más clínico y diagnosticado de la palabra. Las novedades son que ahora tienen plaga de chinches y que Farruquito es el cocinero. Que un tio que trabajaba de animador en los hoteles de Mallorca sea el cocinero sólo se entiende si tenemos en cuenta que su predecesor era electricista de profesión. “Aquí el más tonto hace relojes” que decía siempre Bakerin.
Y finalmente llegué a Londres, con una maleta cubierta de azú
car de ensaimada y todos los yonkis de el N29 mirándome con cara de envidia y planteándose si sería muy difícil matarme y quedarse con el material.
Suerte que yo no me daba cuenta porque estaba demasiado absorto pensando en un bareto de Mallorca donde te puedes beber un cubata en una tumbona mientras el sol se pone delante de ti.



Mallorca, ecstasy & lotion (1 de 3)

Mallorca, ecstasy & lotion (2 de 3)

Mallorca, ecstasy & lotion (Las historias de Tron)

viernes, noviembre 09, 2007

The miracle man

Uno de mis compañeros de karate tiene un nombre bastante común, pero todo el mundo le conoce como Master. Desde la primera vez que le conocí me he preguntado qué coño tienes que hacer para que la gente te ponga un mote tan de guais. Vale que yo conseguí que alguien me lo dijera durante unos días, pero no es lo mismo.
La cuestión es que el otro día oí hablar de alguien que ha superado a Master. Se trata de Morris E. Goodman, también conocido como
The Miracle Man. Nostamal...
Morris era un tío que había triunfado en la vida, era un crack vendiendo seguros y tenía éxito, fama y pasta en cantidad. De hecho tenía tanta pasta que se compró su propio avión y aprendió a pilotar, y entonces se estrelló. No estrellarse en plan de que el negocio le fuera mal y que se arruinara, se estrelló literalmente, con el avión y el suelo.
Se rompió el cuello por dos sitios, se chafó la columna vertebral y se destrozó el cuerpo en general. Después del accidente Morris no era capaz de hacer mucha cosa, de hecho sólo podía hacer una, y no de las más útiles: parpadear. No podía respirar por sí mismo, ni alimentarse, ni nada de nada.
Los médicos se le plantaron delante con un abecedario y a base de cerrar los ojos Morris fue escogiendo letras hasta formar una frase. Hay muchas cosas que alguien en su situación podría decir, pero el escogió “Para Navidad saldré andando del hospital”. A los médicos se les cayeron los cojones al suelo. Desde el punto de vista médico todo a lo que Morris podía aspirar era a... bien, parpadear, porque su estado era totalmente irreversible. Pero él aplicó un sistema sencillo y eficaz. Primero se dedicó a volver a respirar, después de mover los dedos y así sucesivamente hasta que en las Navidades siguientes el término “irreversible” significaba “un pavo que sale andando del hospital cuando se supone que debería estar parpadeando”. Y ya lo tenemos, los médicos recogieron sus respectivos testículos del suelo y bautizaron a Morris como
The Miracle Man.
Desde entonces empresas como IBM y General Motors se matan entre ellas para ver quién lo puede contratar para hacer algún entrenamiento o conferencia.

sábado, noviembre 03, 2007

Deep Blue Gimcana

En tres años las cosas pueden cambiar mucho, como por ejemplo la fachada del club donde yo solía estudiar karate. Donde antes había un cartel que decía "YOYA'S GYM" encontré uno que decía "SE VENDE".
Pensé que una de dos, o bien habían cambiado el nombre del gimnasio con muy poco acierto, o bien efectivamente el local estaba en venta. A juzgar por las persianas bajadas, las luces apagadas y el hecho de que nadie me cogía el teléfono, decidí que Deep Blue es un empanado.
Aquella tarde había llamado a Deep Blue para saludarle, recordar viejos tiempos y que me dijera a qué hora era la clase de karate. La hora me la dijo, pero se olvidó el pequeño detalle de que el gimnasio ya no está en el mismo sitio. De manera que le volví a llamar (rogando a San Saldo para que aún me quedara pasta en el móvil) y le expliqué nuestro pequeño malentendido. Bueno, malentendido en el sentido de que si no lo dice no le puedo entender. Él, muy sabiamente, me dijo que después de hablar conmigo ya había pensado que posiblemente tendría problemas para llegar al gimnasio. Joder, suerte que es licenciado en derecho.
Con un control mental y tranquilidad de espíritu dignos de la tradición milenaria de Budo, le pedí la nueva dirección del dojo. Y entonces me dijo que lo teníamos jodido, porque él sabe ir pero no se ha fijado nunca en el nombre de la calle, pero que me podía dar el teléfono. Llamé y me respondió Sensei, le dije hola y como bienvenida me soltó un "Hostia, ¿qué pasa cabrón!?. Habían cambiado de sitio, pero la gente seguía igual.
Supuestamente llegué al gimnasio 20 minutos después del inicio de la clase, pero resulta que Deep Blue tampoco había acertado en el horario y llegué justo a tiempo de cambiarme y entrenar.
La verdad, prefería el antiguo gimnasio. El nuevo está en un local más grande, pero también está más lejos de la parada de metro y, teniendo en cuenta que el antiguo ya estaba en el culo del mundo (aka Badalona), cinco minutos más de andar tocan bastante la pera. Además el dojo está en un pozo y la verdad es que estoy muy a favor de la recuperación y restauración de refugios antiaéreos de la guerra, pero no para practicar artes marciales.
Por lo que respecta a las clases... pues mis antiguos compañeros se burlan un poco de mí -que la confianza da asco- pero es que con la mitad de mis capacidades físico-mentales dedicadas a intentar mantener una respiración más o menos normal y la otra mitad dedicada a intentar que mis colegas no me arranquen la cabeza, pues no me queda margen para mucho más. Dentro de un par de meses ya se lo explicaré.