jueves, diciembre 28, 2006

Vuelve a casa por Navidad

Yo: Bien, y yo ¿dónde dormiré?

La mama: En el suelo.

Yo: Jajajajajajaja!!

La mama: (...)

Yo: (Si es que mi madre tiene unas salidas...)

La mama: (...)

Yo: (Vale,¿ pero me dices donde dormiré o no?)

La mama: ...o si quieres en el sofá.

Yo: (¡¿Apetejarl?!) ¡¿Apetejarl?!

sábado, diciembre 23, 2006

In da House (Go)

Bien, a medida que los meses han pasado he constatado que realmente Can Fuckland no es muy diferente a un hostel. La gente no hace vida en casa, nada más viene a dormir y jalar y los residentes no duran mucho ni tiran de la cadena del wáter .
Ahora ya tenemos tres nuevas incorporaciones y otras tres personas que están a punto de abandonar la casa.
Metalboy es el chaval que está en la habitación que antes era de Etonda. Es un heavymetal de los clásicos, lo que quiere decir que junto con él en la casa han aparecido una chupa de cuero en la silla del comedor y una “Crema rigenerante all olio di cocco, impacco ammorbidente per capelli” en el lavabo. Porque un heavy puede ser malo malote pero no puede escatimar en el cuidado de sus greñas.
Metalboy está empeñado en triunfar en el mundo de los heavy’s y yo creo que lo está consiguiendo porque como mínimo a mi me resulta muy pesado. El niño tiene su banda de música con la que espera saltar al estrellato y yo espero que estrelle y consecuencia de sus aspiraciones musicales es uno de sus comportamientos que me toca la pera. Al niño le gusta alcachofarse en el sofá, secuestrar el mando a distancia y empezar a hacer zapping por los diferentes canales musicales. Evidentemente ni se plantea que los demás quieran ver alguna otra cosa que no sea un greñudo cambiando de canal.
A parte de eso, Metalboy es un marrano de cojones y el muy orangután todavía no ha aprendido que las puertas tienen un picaporte que sirve para abrirlas y cerrar sin hacer ruido.
Karen que es la hermana de Tommy y también una superviviente del Triásico que no se cómo pero consiguió superar la extinción en masa del Cretacio Superior.
Cuando llegó a la casa molaba porque como no trabajaba se pasaba el día limpiando y nos hacía de madre, bueno mejor dicho como de abuela, o mejor, como de cosa conservada en formol que se mueve y limpia. Pero a la que se puso a trabajar se contagió del espíritu de la casa de “paso de todo colega”. A mi lo que me toca la pera es que la señora es capaz de cruzarse contigo por el pasillo, mirarte a la cara y pasar olímpicamente de saludarte. Tiene mérito.
Por último Perella, que es un alemán con nombre italiano. Con nombre italiano porque sí, porque a los padres les dio la gana, sin ningún otro motivo, que tampoco es que haga falta. Es un buen tio, digamos que ni limpia ni ensucia y por tanto no molesta pero aunque me cae bien tampoco nos relacionamos mucho.
Empiezo a estar hasta la polla de mi casa. Necesito vivir con gente civilizada. Con gente normal, salubre y sociable y ahora encima Aka y Jerry se irán.
Aka es la única que realmente cumple con los estándares de higiene y buen rollo propios de una persona alfabetizada, pero se va un mes a ver a su maromo a Sud Africa y aprovecha la oportunidad para dejar la casa y buscar otra guarida cuando vuelva.
Jerry no es del todo salubre pero si relativamente sociable, sobre todo desde que nos chupamos “Bands and brothers” juntos, pero se le acaba el visado y tiene que volver a Sud Africa.
Baba también se pira, pero me la suda.
Definitivamente necesito un cambio de aires. Necesito vivir con gente que no coleccione tazas sucias en el fregadero y que no tenga por hobby usar el agua caliente cuando te estás duchando. Necesito un hogar, necesito una habitación que la mire y me entren ganas de ir a Ikea a comprar alguna cosa que no me haga falta.
Quizás lo que tendría que hacer es pirarme a Sud Africa, que es lo que se lleva ahora.

martes, diciembre 19, 2006

Tócame los gondors

Siempre he pensado que “El señor de los anillos” no era más que una aventura larga. Una aventura con muy buena publicidad porque muchos de los que se la han leído no se habían leído ningún libro antes (ni lo volverán a hacer) y llegan a la conclusión de que un libro muy largo debe ser muy bueno. Hoy, gracias a la “Revista morta” , he descubierto que no estoy solo:
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"Ahora vamos con "El señor de los anillos", película basada en un famosísimo libro... que yo no me he leído. Sin embargo, les diré como anécdota, que algunos de mis amigos tienen, en una estantería totalmente vacía, junto con su foto de sus vacaciones en Calasparra, un ejemplar de "El señor de los anillos".
Antonio Gasset (Dias de Cine) dixit.
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Si por un casual queréis leer más perlas de Gasset, aquí tenéis una bonita selección . Destacaríamos también el videoclip impagable de Avril Lavigne: “Soy una Emo Girl”

domingo, diciembre 17, 2006

Historias de un atardecer cualquiera

Es viernes por la noche y cuando has acabado de limpiar toda la mierda del Pret y sales de la tienda ¿qué haces? Una cerveza, evidentemente haces una cerveza.
Porque sí, porque te apetece y porque estás en Londres y todo le mundo está en los pubs bebiendo vasos de cerveza de medio litro y no necesitas más excusa. Generalmente irías con los compañeros del trabajo, que es el ritual semanal, por no decir diario, en esta ciudad, por no decir en todo el mundo anglosajón. Pero esta semana ninguno de los borrachos de tu curro se ha quedado hasta las 8:30, que es la hora en que has salido tu, porque mañana es la fiesta de Navidad del Pret y todo el mundo está ahorrando fuerzas para un sábado que promete mucho.
Pero ningún problema, Amparo te ha llamado para decirte que ella y Conejito te esperan en un pub de Charing Cross con unos colegas de su antiguo trabajo para hacer una cervecita. Quien tiene amigos tiene un tesoro.
De Bond Street vas a Green Park y de allí a Leicester Square, sales de la boca del metro, empiezas a caminar y te vuelves a sorprender de que en Londres lo largo de las minifaldas sea inversamente proporcional al frío que hace. Y entonces piensas que qué pena que hoy no sea una noche demasiado fresca.
Pasas por la feria que han montado en Liecester y aunque pasas de los caballitos y del algodón de azúcar, por un momento te planteas pagar cinco libras para disparar un poco con los fusiles de aire comprimido. Pero como no es cuestión de presentarse en el pub con un perro de peluche de metro y medio sigues caminando. Pasas por Trafalgar Square, giras a la izquierda para enfilar Strand y para acabar vuelves a girar a la derecha para entrar en la calle que no tienes ni idea de cómo se llama pero que todo el mundo sabe que es la calle del Heaven. Y allí ves el Pub Ha Ha y te das cuenta de que justo delante hay un Pret a Manger. La plaga.
Entras en el Pub y saludas a todo el mundo. Con Amparo haces planes para ir a Camden mañana en la tarde, porque los dos teneis que terminar de comprar regalitos para la familia. Quin dice que pasa de Camden, pero con él haces planes para ir juntos a la fiesta del Pret y te confiesa que finalmente ha desistido de ir disfrazado.
Por alguna ley de estas no escritas, en Inglaterra una fiesta para ser guay ha de estar tematizada y este año la Pret party irá en plan Moulin Rouge. Quin lleva un mes diciendo que él se quiere disfrazar y comiéndote la olla para que tu te apuntes, pero tu sufres en silencio porque no sabes muy bien qué idea del Molino Rojo tiene Quin y no tienes ninguna gana de verlo en kan-kan.
Para cambiar de tema le explicas que te has encontrado por casa una máquina de recortar el cabello como la que él utiliza para depilarse a conciencia y eso desencadena una interesante conversación sobre los diferentes mecanismos que un hombre puede utilizar para eliminar su vello corporal. Al final tu no tienes cojones de decirle que solo utilizarás la máquina si algún día te dejas barba y te sientes culpable de que tus acciones capilares se limiten a afeitarte dos veces por semana y cortarte el pelo una vez cada dos o tres meses.
Con Amparo también tienes conversaciones filosóficas. Concretamente ella te explica las diferencias de significado entre “un beso” y “besitos”. Resulta que, en el lenguaje secreto de las tías, si te envían un mensaje en el que al final pone “un beso” es un mensaje inofensivo. Pero si el mensaje acaba con “besitos” resulta que ya se están poniendo en un plan más íntimo, porque “besitos” es más pequeño y más cuco. Y si te ponen “un besito” entonces ya es que se quieren casar contigo y tener hijos porque “UN besito”, nada más uno, es mucho más pequeño y por tanto mucho más mega-super-chupi-cuco. Tu alucinas pepinos de que te esté hablando en serio y le explicas que los tios solo entendéis la diferencia entre un mensaje acabado en “besos” y otro acabado en “te quiero comer el rabo”. Pero ella insiste en la obviedad de la diferencia y tu te imaginas la de señoras que habrán enviado mensajes con “besitos” convencidas de que prácticamente estaban siendo unas rameras desvergonzadas hablando tan abiertamente de sexo y preguntándose por qué no recibían ningún mensaje de respuesta
Finalmente Quin dice que se va a casa, que quiere irse pronto a la cama que mañana toca Moulin. Hace cuatro mariconadas con Amparo para despedirse y entonces tu aprovechas para decir que tu también te vas a sobarla, te despides y te quedas pensando en el curioso mecanismo que hace que a una mujer no le importe que le metan mano siempre y cuando la mano sea homosexual. Curiosa paradoja.
Sales del Ha Ha y entonces te das cuenta de que no has bebido ninguna cerveza, porque en realidad solo has venido al pub para estar con los colegas y porque en realidad la cerveza no te gusta y te has olvidado de ir a la barra.
Vuelves a hacer el recorrido de antes pero a la inversa, acompañas a Quin a comprar provisiones al Burguer King y te comes un helado supuestamente con sabor a pastel de queso y fresa mientras él te explica sus penas trabajando en el recruitment centre del Pret.
Finalmente coges el metro en Picadilly y entras en el último vagón porque sabes que así encontrarás asiento. Te sientas, sacas el libro que siempre llevas para aderezar las diez o doce horas semanales que te pasas viajando en transporte público y te pones a leer. El problema es que ahora te estás leyendo “The sorrow of war”, un libro que te compraste entusiasmado porque habla de la guerra de Vietnam desde el punto de vista de un veterano vietnamita, pero que está resultando ser un tostoneishons. Te obligas a leer unas páginas porque no tienes nada más que hacer pero finalmente decides cerrarlo y echar una ojeada al vagón. Es entonces cuando descubres que tienes delante un chico y una chica profundamente dormidos. La chica no tiene demasiada gracia pero el tio está completamente espatarrao, hasta el punto de que la señora de avanzada edad que está a tu lado se cambia de asiento porque el chaval no para de pisarla. Además el somnoliento también tiene la cabeza completamente hacia atrás, tan hacia atrás que le es imposible cerrar la boca y además con los traqueteos del tren el culo cada vez se le va resbalando más hacia fuera del asiento.
Finalmente pasa lo inevitable y el culo abandona definitivamente el asiento para ir a parar al suelo y tu te tapas la boca para poder reir tranquilamente. El colega se ve obligado a reconsiderar su situación y entonces es cuando confirmas lo que ya era obvio, que aparte de tener sueño va bastante borracho. El chaval se incorpora, bosteza, se pone la mano en la boca y entonces de entre sus dedos empieza a aflorar un líquido espeso y oscuro que le baja resbalando hasta la cintura.
Todo el mundo tarda unos segundos en darse cuenta de la nueva situación en el vagón de metro, porque el colega sigue con la mano en la boca como si no pasara nada. Al cabo de un rato la expresión de los ojos le cambia y parece que se empiece a plantear que los bostezos en principio no son ni húmedos ni espesos y que algo le pasa. Retira la mano y una nueva remesa de grumos le resbala por la barbilla, pero parece decidir que está demasiado borracho como para hacer nada al respecto y vuelve a taparse la boca. Tus compañeros de viaje anglosajones están horrorizados. El borrachito está siendo disgusting en un lugar público y eso les incomoda mucho. La mujer a la que pisaba se levanta y se va hacia la puerta apartando la vista. El chaval que está a tu izquierda y que en principio parecía ser un malote de barrio también se levanta y se va hacia la otra puerta y por un momento piensas que él también vomitará del asco.Tu no te mueves. Lo que te gustaría es poder descojonarte tranquilamente de lo que está pasando, pero todo el mundo se lo está tomando demasiado en serio y además tu no tienes ningún colega con quien compartir las risas. De manera que lo único que puedes hacer es comenzar a respirar profundamente e intentar reprimir la sonrisa que no deja de amenazar, lo cual se hace muy difícil porque el colega sigue regurgitando vino y poniendo cara de “no, si aquí no pasa nada”. Por suerte la siguiente parada es la tuya. Te levantas, vas hacia la puerta y justo cuando la atraviesas, incluso antes de poner el pie en el andén, te empiezas a partir el culo a unos niveles que, sintiéndolo mucho, está claro que el colega de los bostezos líquidos puede oír.
Sorrybauda, pero aún gracias que no le estás señalando con el dedo.

martes, diciembre 12, 2006

El espagarrón

El espagarrón es el producto de la unión del espagueti y el macarrón. Como no he podido observar directamente el acto de la cópula sólo puedo especular pero, en base a una apreciación fisiológica básica, me parece lógico suponer que el espagueti actúa como macho y el macarrón hace los honores de hembra. En relación al rito de seducción y al acto sexual también me veo obligado a basar mis conclusiones en suposiciones, pero todos los indicios parecen apuntar a que todo el ritual, desde la elección de pareja hasta la consumación del acto carnal, se lleva a término dentro del armario de la cocina o despensa de turno, cosa que explicaría la falta de testimonios oculares.
No tengo ningún dato sobre el proceso de gestación y nacimiento, pero si que he podido ver de primera mano el producto de la unión. El espagarrón conserva las características fisiológicas de sus progenitores. Es alargado como un espagueti pero con el agujero característico del macarrón. De hecho el mundo académico está dividido entre los que consideran al espagarrón como un macarrón delgado y alargado y los que defienden que se aproxima más a un espagueti grueso con un agujero en medio .
Personalmente, y quiero recalcar que es una opinión personal, creo que el espagarrón es la pasta más gilipollas y fea que he visto en el ecosistema de mi cocina. Estoy recogiendo firmas a favor de la castración de todos los espaguetis y la esterilización de todos los macarrones.

viernes, diciembre 08, 2006

El síndrome del Teletubby (“Big Hug!”)

Mi madre ahora es mediática.
Juan Mann es un australiano que, como Drew y muchos otros de allá abajo, durante un tiempo se dedicó a viajar por overseas. Pero a diferencia del resto de compatriotas, cuando Mann volvió a su tierra le pareció que todo el mundo estaba muy triste y deprimido, de manera que decidió ponerle remedio. Cogió un cartel, escribió “Free Hugs”, se fue al Sydney CBS (o como mínimo eso es lo que he entendido en el video pero vaya, que tiene pinta de centro comercial) y se puso a dar abrazos a la gente. Lo curioso es que la policía se lo prohibió. Bueno, exactamente no se lo prohibió, se lo prohibió a no ser que contratara un seguro de responsabilidad civil de 25 millones de dólares. Por lo visto si alguien se hacía daño el Ayuntamiento podía ser demandado y todo el mundo sabe como es de fácil diñarla por culpa de un abrazo mal dado. Pero bueno, Juan resulta que no tenía 25 millones, y si los tenía estoy seguro de que no se los quería gastar en un seguro para abrazos, de forma que se puso a recoger firmas, 10.000 en concreto. Por lo tanto, finalmente, dar abrazos por la calle es legal y eso es lo que lleva haciendo, una vez por semana, desde hace dos años y medio.
A mi madre le enviaron la dirección http://www.freehugscampaign.com/ en un mail colectivo de una comunidad de cyberbuenrollo donde participa. Vio el video (7,5 million views, by the way), le moló el tema y respondió a sus colegas del buen rollo que ella no tenía ni idea de grabar videos pero que dominaba muy bien los abrazos. Entonces la cosa se empezó a animar, con gente que respondía que tenía cámara de video y otros que decían que tenían brazos y podían dar abrazos al módico precio de gratis.
De manera que el pasado domingo se fueron todos juntos por Plaça Catalunya y Portal de l'Àngel regalando abrazos.
Curiosidades de la vida, los agentes del orden y la seguridad también aparecieron para poner fin a este acto delictivo, porque por lo visto para llevar un cartel por la calle se necesita un permiso del ayuntamiento, que es gratuito pero que has de pedir. Supongo que es otra de las herencias cívicas de Joan Clos Van Dame. Me gustaría ver la cara del funcionario de turno si se le presenta una persona pidiendo permiso para anunciar abrazos gratis. Evidentemente a la que los polis giraron la esquina los carteles volvieron a aparecer, hay capulladas para las que ni te preocupas de recoger firmas.
No es la primera vez que se regalan abrazos en Barna. Lo se porque entré a al youtube a ver si habían colgado el vídeo y resultó que no, pero habían unos cuantos de otra gente. De hecho había vídeos de gente regalando abrazos por medio mundo.
Pero, de buen rollo pero, mi madre es más guay. Con la coña del boca a boca del cyberbuenrollo se pusieron en contacto con “España en directo” de TVE1, que es uno de estos programas que no he visto nunca porque hace menos de dos años que lo hacen, y fueron a hacer un reportaje de la movida.
Pos eso, que salieron por la tele y tengo una madre mediática y, como dijo el poeta, “Los pequeños cambios son poderosos”.

martes, diciembre 05, 2006

Metalboy y el ataque de las puertas cabronas

Estaba yo en el ordenador del comedor un martes cualquiera...
Cuando Metalboy ha llegado a casa, se ha comido de morros la puerta de la cocina, después se ha estampado contra uno de los frigoríficos, después se ha apoyado en la mesa para recobrar el equilibrio, ha empezado a mirar el suelo de la cocina como si estuviera lleno de obstáculos y entonces ha empezado a flexionar las piernas y ha moverse como si estuviera caminando por un vagón de metro en marcha. Entonces yo, riendo de aquella manera que se ríe cuando estás descojonándote pero no hay nadie más para compartir el momento, le he preguntado si todo iba bien. Me ha contestado algo así como: “Urgh, jejejejeje, hurmgfta hurgmuh, jejejeje”, ha seguido caminando por el vagón de metro, ha abierto el grifo del fregadero y se ha puesto a lavarse la cara. Sin secarse la cara ha vuelto para atrás, se ha vuelto a comer la puerta del frigorífico, se ha mirado la puerta un rato pensando si le devolvía el golpe o no, la ha abierto y ha cogido algo, ha conseguido poner la cosa supuestamente comestible dentro del microondas y, con mucho mérito por su parte, ha puesto el aparato en marcha. Ha vuelto hacia el comedor, antes de pasar por la puerta se ha parado, se la ha mirado bien, ha puesto una mano a cada lado y ha pasado muy lentamente, se ha sentado en uno de los sofás, ha encendido la tele y entonces se ha muerto. Ni siquiera ha resucitado cuando la alarma del microondas ha sonado.
Si mañana por la mañana sigue en el sofá le daré un par de patadas y si no se mueve le sacaré fuera, que últimamente la casa está muy desordenada.