martes, enero 30, 2007

The key & the parrot & the gromenauer & de peich traditional english pub super disco fashion (Part 2 de 2)

Llegamos al The Key y nos encontramos con dos de los tópicos de los locales de ocio nocturno
El primero es una política de admisión basada en el equilibrio de géneros. Solo te dejan entrar si vas acompañado de una hembra (he aquí otro beneficio de los grupos mixtos). De manera que si algún día vuelve a haber un diluvio universal el futuro de la especie humana está asegurado gracias a los locales de ocio nocturno de Londres. Si el diluvio cae de día tendremos que confiar en el Noé de turno porque si no estamos jodidos, que me parece que los afters no aplican la misma política.
Rocky y su pareja empezaron a protestar y a reclamar su derecho a ejercer de lesbianas y yo empecé a protestar y a reclamar mi derecho de entrar a la discoteca y a cagarme en ellas dos por no querer ponerse al lado de dos tíos durante cinco minutos. Finalmente las pude convencer de que no utilizaría mis increíbles poderes mágicos heterosexualizadores y que por ponerse a mi lado no cogerían ningún virus masculino ni perderían su afición a las tetas.
Siceramente no tendrían que protestar tanto, porque en los locales homosexuales también tienen sus rituales para dejar entrar, aunque con una finalidad más informativa que otra cosa. No es que no te dejen entrar si vas con una tía, pero si que el segurata te pregunta si sabes de qué va el tema, para evitar que al cabo de dos minutos salgas corriendo del local haciendo exclamaciones de las perversiones que has visto.
A veces pueden resular un poco ridículos y todo. A Amparo le preguntaron si sabía en que tipo de ambiente se metía cuando intentabamos entrar en un local que está en medio del Soho y que se llama “G-A-Y”. Ella se miró el nombre del local, se miró al segurata y le dijo que si. El portero puso cara de has-hecho-trampa y entonces le dijo que por 25 pesetas, dime tres nombres de locales gays de este pueblo , un dos tres responda otra vez.
A mi el segurata no me preguntó nada, simplemente me miró el culo y yo por un segundo me planteé que si me lo curraba incluso podría conseguir que me invitasen a alguna copa.
El segundo tópico es un cacheo como el que te hacen en la cárcel. Con la única excepción de que en el The Key no me inspeccionaron el agujero del culo.
Sinceramente, los agentes que hacen los controles de seguridad en los aeropuertos tendrían que estar obligados por ley a pasar un fin de semana de farra por Londres. Simplemente porque con todo lo que aprenderían la seguridad de los vuelos no volvería a plantear problemas
A mi me tocó un tio de 2x1,5 metros, cada pierna, que me empezó a magrear de la misma manera que generalmente precede a un coito, pero la cara de mala hostia que tenía el buen hombre dejaba claro que si te tenía que hacer algo no sería precisamente sexo. No que no te tuvieras que preocupar, però por lo menos seguro que no sería sexo.
Entre magreada y magreada el señor segurata se preocupó por una cosa cuadrada y dura que palpó en mi bolsillo y que resultó ser... Sorpresa! Mi cartera! Después de justificar su sueldo, eliminando la posibilidad de que mi cartera fuese un amigo que se hubiera escondido doblado en mi bolsillo para evitar pagar la entrada, el señor sobredimensionado que daba miedo, me dejó entrar.
Mi primer pensamiento una vez dentro fue que, a juzgar por las caras de la gente, el control de la entrada no era demasiado efectivo a la hora de requisar estupefacientes. Cosa que me hizo recapacitar, aplicando una regla de tres, en la cantidad de drogas que debe haber a mi alrededor cada vez que viajo en avión. Pero al menos tienes la tranquilidad de que si te olvidas la cartera en casa el de la puerta te lo recuerda.
Dentro todo el mundo iba muy fashion. La mitad llevaban tubos fluorescentes en la boca. Los mismos tubos que yo ponía en la punta de mis cañas cuando vivía en Canet e iba a pescar de noche. Los mismos tubos que sé por experiencia propia que tienen un ácido la mar de cabrón dentro. Una de las razones por las que los ponía en la punta de las cañas era porque así los tenía más lejos de la cara, pero bueno, cada uno los usa como quiere. Aunque teniendo en cuenta el movimiento de mandíbula que provocan ciertas pastillas que se venden sin receta, sigo pensando que la punta de la caña es el mejor sitio para dejar los tubos de los cojones.
Mi pintas preferido de la noche no masticaba tubos, sino que se había pintado patillas y barba con tinta de esa que es invisible pero que brilla si le toca la luz ultravioleta. De manera que cada vez que el colega pasaba por debajo de una de esas luces se convertía en un Chuck Norris fluorescente.
Nosotros buscamos nuestro rinconcito en la sala y nos pusimos a bailar. Por equipos evidentemente. El equipo de las tías jugaba con tres que bailaban y dos reservas en el sofá. En el equipo de los tíos todos hacíamos ver que bailábamos, cada uno de nosotros exhibiendo un estilo propio y característico.
Ciro con una mano aguantando el cubata y la otra en el bolsillo; Dan con una mano aguantando el cubata y la otra levantada en el aire como si le quisiera hacer una pregunta al profe; Alex con una mano aguantando el cubata y con la otra haciendo ver como que repartía cartas (si, todavía hay gente que lo hace) y Fernando...bueno, Fernando bailaba como la gente que te encontrabas en las discotecas del Maremagnum (y si no sabes a que me refiero, considerate afortunado). De todas formas lo mejor de Fernando eran las caras que ponía cada vez que pasaba una tía buena por delante. Como la gente del Maremagnum
Solo me quedé un par de horas en la discoteca. Que yo no estaba especialmente animado aquella noche y el resto de compañeros menos. De hecho si me esperé las dos horas fue básicamente por la expectativa de que alguien mordiera uno de los tubos fluorescentes y se montara un espectáculo, pero no fue así. Se ve que tienen práctica. Otro día será.

viernes, enero 26, 2007

The key & the parrot & the gromenauer & de peich traditional english pub super disco fashion (Parte 1 de 2)

Sábado, después de dos años en la ciudad, por fin fui a una de las famosas discotecas de Londres. Bueno, no se si será muy famosa o no porque yo no había oído hablar de ella nunca, pero vaya, era una disco grande de esas donde la gente guay pasa el fin de semana. Hasta ahora a lo más que había llegado era al Heaven, donde los lunes en la noche hay la juerga más grande que he visto nunca. De hecho la gracia es precisamente que es lunes. Quiero decir que en viernes y sábado todo quisqui sale de fiesta, pero quien sale el lunes es que realmente tiene ganas y se nota (además el lunes la entrada solo cuesta 5 libras y también se nota).
Vale, va, pues el sábado después de dos años en Londres fui a la segunda mega-disco-guay. The key, que está al lado de The Cross, que está en una especie de antiguo polígono industrial cerca de la estación de Kings Cross. El area recuerda un poco al Poble Nou de Barna, pero aquí en lugar de estar lleno de cumbas está lleno de technoflips.
Terminé en la disco esta porque celebramos el aniversario de Gaigher. Que es una italiana que trabaja conmigo, pero tiene apellido alemán porque en esta ciudad los alemanes i los italianos se intercambian los sustantivos.
El punto de partida de la noche fue el Hog in the pound. Un pub con un nombre muy estúpido, pero no tanto si lo comparamos con los otros pub de la ciudad, donde los nombres acostumbran a ser tan atractivos como The parrot and rat, The hope and anchor, The king’s head y un montón de nombres aristócratas como Prince Albert o Duke of Wellington, Por dentro todos son iguales, por cierto. No se si alguna vez caminanado por Barcelona os habéis encontrado uno de estos pubs decorados tipicamente a lo inglés o a lo irlandés. Yo cuando veía alguno pensaba “Ay qué mono y qué original”. Pues digamos que si algún día me encuentro por Londres un local que se llame Bar Manolo y que esté decorado a base de barra con taburetes y cuatro mesas y sillas de metal y que tenga la pared forrada de fotografías cutres de bocadillos con el precio debajo... pues entonces diré en inglés “Ay qué mono y qué original”.
Lo que pasa es que el Hog in the pound está delante de la tienda y es donde los viernes la gente de mi curro practica el levantamiento de pintas y por tanto es un lugar que todo el mundo conoce y es el indicado como punto de encuentro.
Yo iba solo, de manera que opté por llegar deliberadamente media hora tarde. La ecuación es fácil desde el punto de vista maquiavélico. Si yo llego el primero (y conociendo a esta pandilla era lo más probable en el caso de ser puntual), me tengo que esperar solo; si los otros llegan primero pero son unos cuantos, no se tienen que esperar solos. Y si el que llega primero es otra persona que va sola... pues yo qué sé, que se compre El Principe y que estudie.
A las 10:30 me presenté en el Pub. Ya había cinco personas pero la cosa no me animó especialmente. Las cinco personas eran tíos. No había ninguna chavala. Ni siquiera la que cumplía años. Éramos la pandilla salchicha. Y además el ambiente no estaba especialmente animado. Yo propuse empezar a hablar de coches y fútbol, pero la conversación derivó hacia otro de los tópicos masculinos. Básicamente nos dedicamos a discutir cuales de las tías del trabajo estaban más buenas y al mismo tiempo a enviar mensajes a las colegas que habían estirado demasiado la ecuación de Maquiavelo.
Finalmente las señoras llegaron y pude constatar que se empezaba a establecer un patrón para aquella noche. Se ve que fuese lo que fuese que fueramos a hacer, jugaríamos por equipos; el de las niñas y el de los niños. Ya habíamos llegado en dos tandas diferentes, por tanto cuando ellas llegaron se sentaron en el otro extremo de la mesa. Chicos a la izquierda y chicas a la derecha. Ahora por lo menos el grupo estaba más equilibrado. No es que prefiera los grupos mixtos por la posibilidad de la tiramenta de caña. Bueno, o no principalmente por eso. Lo que pasa es que si eres 100% salchichas la cosa queda como desequilibrada y por tanto la noche tiende a convertirse en una búsqueda del equilibrio. Si tienes un grupo mixto el ambiente general acostumbra a concentrarse en la fiesta en sí y las aspiraciones místicas de encontrar la paz y el equilibrio pasan a un ligero segundo plano. Bueno, más o menos.

martes, enero 23, 2007

Marathon Man

9:05pm: Estamos a -1ºC y hace viento, pero como yo tengo un par de huevos como ruedas de camión me voy a correr.
9:09pm: He llegado hasta la esquina y me he vuelto, porque las ruedas de camión se me han congelado a medio camino.

sábado, enero 20, 2007

Temas de actualidad

Ya hace dos días que el Celebrity Big Brother es portada en los periódicos. Porque por lo visto hay una concursante, Shilpa Shetty, que es una estrella de Bollywood y una sex symbol en la India (y por la foto que he visto, me lo creo) que dicen que está sufriendo abusos racistas.
Pues bien, el tema no es que salga solo en los periódicos, es que Channel 4 ayer recibió ya más de 25.000 quejas sobre el tema, es que en la India hay protestas en las que la peña quema carteles del Channel 4 , es que Blair se ha pronunciado sobre la cuestión en el parlamento. Que me parece muy bien que se trate el problema del racismo en las cortes, pero seguro que hay otros ejemplos para discutir que no el de una tía buena que llora por la tele (con todos mis respetos por las tías buenas que lloran). Seguro que hay cosas más interesantes que un reality show. O como mínimo, si Blair tiene que comentar el Celebrity Big Brother, podría hablar sobre Dirk Benedict, que también sale. Vale que la Shilpa está más buena y Dirk no llora, pero coño, ¡que estamos hablando del A-Team chaval!
Es divertido ver a Fénix en el Gran Hermano, sobretodo porque se comporta como el personaje. Nada más lo he visto una vez de pasada, pero Dirk llevaba un puro en la mano y lo iba moviendo mientras hablaba, igual que en la serie cuando Fénix fumaba puros para parecerse a Anibal. Bueno, en realidad no se llamaba Fénix tampoco. Se ve que en TVE1 lo tradujeron así, pero en realidad es Tempelton “The Face” Peck y en la serie todo el rato le llaman Face, por la coña de que se puede hacer pasar por cualquiera y conseguir lo que sea. Pero claro, Tempelton “La Cara” Peck no suena igual..
Tampoco suena igual la voz de M.A., porque la voz auténtica de Mr T es mucho más chunga que la del doblaje. Mucho más en plan Dame la cartera, el reloj y el móvil. En castellano el tío no suena tan animal y no se puede apreciar la genial falta de aptitudes dramáticas. De hecho, ahora que lo pienso, Rocky III en versión original debe ser un duelo interpretativo de la ostia.
Pero es lo que hay, porque los periódicos son así. No es que en Barna la prensa traiga mucha más información, pero por lo menos disimulan más. De hecho ayer la noticia compartía portada con el aniversario de Kate Moss, otra cuestión importante pero que esta vez no se discutió en el parlamento.
¿Qué te puedes esperar cuando el periódico más leído del país es The Sun? Un periódico que la única cosa interesante que tiene es la tia con pechos grandes de la página 3. El resto es información deportiva y noticias tipo “un hombre mata a toda su familia y después se casa con su perro”. Los demás periódicos son iguales pero sin la tía de la página 3. De ahí el éxito de The Sun. Y es que la página 3 vendría a ser el equivalente británico de la “chica Interviú”, es una gran meta en la carrera de las tías buenas que viven de serlo. Puede que la más alta después de ser una chica Bond.
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Update:
La Shilpa Shetty ganó el concurso y luego se entrevistó con Tony Blair y con la Reina.

martes, enero 16, 2007

G.I. Jerry

Hoy he cenado guacamole, un guacamole de puta madre porque por fin he conseguido tener paciencia como para dejar que el aguacate madurase lo necesario. Y una vez instalado en la mesa del comedor he pensado que qué mejor que disfrutar la cena viendo un capítulo de “Band of brothers”.
Unos buenos amigos me regalaron la serie completa por mi cumpleaños y desde entonces que la voy dosificando. De alguna manera Jerry me ayuda a conseguirlo porque no puedo ver la serie sin él. El primer día que bajé los deuvedés a la sala de estar Jerry un poco más y eyacula, y desde entonces cada vez que pongo un capitulo llamo a la puerta de su habitación y baja corriendo. Una vez vi un capítulo sin él, el tercero, y me sentí tan culpable que a partir de entonces si Jerry no corre por casa ni me planteo poner la serie..
He puesto el deuvedé y cuando he apretado el play me he dado cuenta de que Perella también estaba con nosotros, y que él es alemán, y que la serie esta va de cómo los heroicos americanos se dedican a matar alemanes malos.
No he caído antes porque la WWII siempre ha sido una guerra exótica para mi, un conflicto de la jostia pero con el que no tengo ningún vínculo familiar directo. Vaya, que en mi pueblo no hubo Segunda Guerra Mundial. Pero en el pueblo de Perella si.
La verdad, ser alemán tiene que ser duro desde el punto de vista histórico. Los ingleses pueden decir, de hecho no paran de hacerlo, que sus abuelos lucharon y murieron para salvar al mundo de la tiranía. Pero ¿qué cojones dices cuando eres alemán? No dices nada, callas, que es lo que llevan haciendo desde hace sesenta años. Todas las películas, libros y documentales explican todas las barbaridades que hicieron los alemanes y todas las heroicidades de los aliados. Nada de malo para los vencedores y nada de bueno para los vencidos.
Y allí estábamos, viendo la serie en la que nada más empezar un soldado dice que “el único Kraut bueno es el Kraut muerto” y preguntándome si Perella de golpe diría que había reconocido el regimiento donde luchó el tito Herz. Para acabarlo de adobar Jerry le empezó a preguntar si reconocía los escenarios por donde iban pasando los americanos triunfantes, y yo sufría por si el otro respondía que era cerca de donde a su abuelo le cayó una bomba en la cabeza.
Como traca final, el capítulo que pusimos trata sobre el descubrimiento de los campos de exterminio y, coincidencia o no, al ratito de que los yanquis se encuentren el primer campo, Perella se fue a fumar un piti. Tampoco es que ir a usar el cenicero sea la mejor manera de olvidar el tema, pero güeno.
Aparte de las incomodidades históricas, Perella nos alegró la sesión con una bonita anécdota. Al ver que nos gustaba el tema WWII nos preguntó si habíamos visto “...una película muy mala que se llama U571?”.
Jerry dio un bote en el sofá como si estuvieran escupiendo en la tumba de sus antepasados boers y entonces los dos empezamos a hacer aspavientos porque Perella estaba criticando la peli. Porque mola un cojón.
La peli explica como unos americanos muy guays capturan la primera Enigma y libros de códigos correspondientes que los aliados obtuvieron en la Segunda Guerra Mundial. El aparato en cuestión era una trasto alemán que codificaba mensajes, con su captura los aliados los pudieron descifrar y fue uno de los factores que decantó la balanza en la Batalla del Atlántico.
La gracia de la peli es que está hecha exactamente como los clásicos de la época pero con el presupuesto de una peli actual y mola un huevo. Tiene los efectos especiales actualizados pero conserva todos los clichés y flipadas de los años 40s. Como valor añadido se puede ver como matan a un Jon Bon Jovi que hace ver que actúa y se reprime para no contestar “It’s my life, ye, ye, ye!” cada vez que le toca hablar.
Históricamente la peli tiene tela. Si que se capturó la primera Enigma a bordo de un submarino alemán, con el pequeño detalle de que la misión la llevó a cabo la Royal Navy y no los yanquis. Los británicos pusieron el grito en el cielo cuando vieron que Hollywood les quitaba los méritos, hasta el punto que Blair discutió la cuestión en el parlamento y Bill Clinton respondió con una carta asegurando que el argumento del film era totalmente ficción. No fue hasta después de todo ese jaleo que se incluyó un mensaje al final de la peli donde se dejaba claro que en realidad fue la Royal Navy y no Bon Jovi quien capturó la primera maquinita.
Perella no nos habló de errores históricos pero nos habló de otras anécdotas de la película.
Resulta que los interiores del submarino se filmaron en una maqueta a medida natural que se construyó en los estudios Cinecittà de Roma. Para reclutar extras los estudios contactaron con todos los alemanes que estaban de Erasmus en Roma, de manera que Perella y sus compañeros de piso recibieron una llamada de Can Hollywood.
La putada del rodaje era que los uniformes alemanes eran de lana, de manera que una vez te mojabas haciendo una escena en el submarino inundado te quedabas empapado para el resto del rodaje. Los oficiales del submarino eran actores alemanes conocidos (que si Perella lo dice yo me lo creo) y llevaban trajes de neopreno debajo del atrezzo, pero para la chusma que hacía de extra no había.
Pero no, a Perella no le cogieron. Lástima porque hubiera sido la hostia volver a ver la película y ver como el colega se pega con Bon Jovi.
Resulta que al pobre Perella lo consideraron demasiado alto como para moverse sin problemas dentro del submarino y demasiado poco rubio como para ser alemán. Fueron lo bastante educados como para no decirle que actúa como el culo, que estoy seguro que es el caso.
Sea como sea, lo importante es que el guacamole estaba cojonudo.

Por cierto, respecto al tema de la mala publicidad histórica:
The movie portrays a scene in which the U-boat crewmen machine-gun Allied merchant crewmen who have survived their ship's sinking, killing them as they float in their lifeboat. In contrast to the negative depiction of U-boat men in the movie as well as wartime propaganda, U-boat crewmen in reality were known to assist survivors with food, directions and occasionally medical aid.[5] Assistance to survivors only stopped after Admiral Karl Dönitz issued the "Laconia order" following a US air attack on U-boats transporting injured survivors under a Red Cross flag. In fact, out of several thousand sinkings of merchant ships in World War II, there is only one documented case of a U-boat crew deliberately attacking the ship's survivors: that of the U-852, whose crew attacked survivors of the Greek ship Peleus.[6]

miércoles, enero 10, 2007

¡Y otro Perrito Piloto!

Una tarde muy aburrida en el Puto Pret. Una tarde de esas que te hacen echar en falta a los clientes.
Entonces a entrado Greg en la tienda y sañalando uno de los frigoríficos nos ha dicho: ¿Veis aquella lata de Cocacola? Y entonces ha arrugado la bolsa de papel que tenía en la mano y la ha lanzado con toda su fuerza. Ha tumbado dos y si hubiera estado en una feria ahora tendría uno de aquellos perros de peluche de metro y medio.
Hani y yo nos hemos mirado y seguidamente hemos arrugado dos bolsas más.
El juego era simple. Primero tenías que decir a qué le tirabas y según si apuntabas a un sanwitch que estaba solo (+ difícil) o a una fila de tres o cuatro juntos (+ fácil) la puntuación variaba. Tampoco es que apuntásemos los puntos ni nada, pero bueno.
André es un Team Leader y en principio cuando nos ha pillado jugando nos tendría que haber regañado, pero su espíritu brasileño ha podido más que el deber. Nos ha pedido que le pasáramos una de las pelotas y tal como le ha venido la ha chutado hacia los frigoríficos. No ha tocado nada, pero ha inaugurado una nueva modalidad de juego que ha durado hasta que hemos visto que una señora plantada en la puerta, sin atreverse a entrar, nos preguntaba si todavía teníamos abierto.
En principio, a no ser que alguno de los managers se dedique a mirar las cintas de video del CCTV, no tiene por qué pasar nada.
Más tarde, una vez hemos cerrado la tienda de verdad, he puesto un poco de musiquita para animar el rato que me paso limpiando las máquinas de café. He descubierto que tenemos un CD con la banda sonora de “Transamérica” que algún cliente se olvidó. No he visto la peli pero se que trata de un travesti que hace un viaje por los EEUU con el hijo que acaba de descubrir que tiene. En base a eso he supuesto que la banda sonora estaría compuesta a base de Gloria Gaynor, Cher y Village People, pero no. La BSO se basa íntegramente en música country. De manera que para redondear el día me he pasado una hora escuchando banjos y aguantando como Tony, uno de los managers, se pitorreaba de mis gustos musicales y hacía como que imitaba a un cowboy cada vez que pasaba por delante de mi.

domingo, enero 07, 2007

The sorrow of Principe

El vuelo de vuelta a Inglaterra fue normal, sin happy hours ni nada que los de Ryanair son conscientes de que por Navidad ya se hacen demasiados excesos, de manera que me dediqué a leer. Gracias a nuestro señor glorificado que vela por nosotros con su gracia infinita, finalmente me acabé el megaladrillo (no por largo sino por duro) de “The sorrow of war”, así que el resto del viaje me lo pasé buscando lecturas alternativas.
La primera fue el cartel explicativo de las normas de seguridad en caso de emergencia. Normalmente estas instrucciones vienen en una hoja plastificada que puedes encontrar en el bolsillo con revistas y la bolsa para vomitar que hay en el asiento de delante, bajo la mesita plegable. Pero en Ryanair el centímetro y medio que ocupa eso es la diferencia entre que claves las rodillas en la espalda del tio de delante o no. De forma que nada de porta-revistas, las instrucciones están pegadas al asiento y punto (Y así solo ocupa 0,1cm, mireusté!). El tema de la bolsa para vomitar no está resuelto, supongo que llegado el caso se espera que te guardes la potada en los bolsillos.
La lectura, aunque nada original, era infinitamente más entretenida que el libro. La verdad es que siempre me ha hecho gracia que los aviones estén equipados con toboganes hinchables y, si algún día me toca utilizarlos, cuando llegue abajo seguro que le pido a la asistente de vuelo si me puedo volver a tirar. Pues bien, leer siempre es bueno para aprender cosas nuevas y, mira por donde, para utilizar los toboganes está prohibido llevar zapatos de tacón y joyas, lo que puedo entender porque podrían desgarrar la tela y los que vienen detrás se tendrían que conformar con jugar con los chalecos salvavidas. Pero lo que descubrí es que las dentaduras postizas también están prohibidas en los toboganes, a lo que no puedo encontrar ninguna explicación minimamente razonable. La próxima vez que vuele levantaré la mano y lo preguntaré.
Una vez acabado de leer esto pasé a una cosa más intelectual. Empecé con lo que había impreso en el paquete de galletas Príncipe que mi madre me había comprado para el viaje. Y cual fue mi sorpresa cuando empiezo a leer y me encuentro el mensaje: +sabor, receta mejorada. Los tiempos cambian y príncipe también.
Qué putada. El sabor de las Príncipe no puede cambiar, de la misma manera que sería una tontería cambiar el sabor de la Nocilla, del Colacao o de la cola de los sellos de correos. Abrí el paquete, mordí una y efectivamente, el sabor de las Príncipe a tomar por saco.
De vez en cuando aparecen en el buzón del E-mail mensajes explicando momentos estelares de la historia del marketing. Mi preferida es la del tío que ahorró diez mil millones de billones simplemente quitando una oliva de las ensaladas que se servían en no sé qué compañía aérea. Pero la mega clásica es la de la Cocacola.
Los marketineros de la Coke deciden reformular la receta de la Cocacola y hacen una campaña de la hostia para promocionar el nuevo sabor. Los yankis van al super, encuentran la nueva Cokeguay pero descubren que no pueden comprar la de toda la vida de manera que todo el mundo se caga en la nueva receta y entonces la Cocacola tiene que volver a sacar al mercado lo que ahora se conoce como la Coke Classic.
Los de Ryanair si que leen este tipo de mails y toman ejemplo y llegan a la conclusión de que, si te puedes forrar quitando una oliva de las ensaladas, imagina la de pasta que puedes hacer si suprimes el papeo en general y, puestos a hacer, también envías el bolsillo de las revistas a tomar por saco.
Los de Can Beukelaer en cambio envían este tipo de mails a la bandeja de no deseados y me cago en tó que ahora las galletas son un trunyo. Las galletas de toda la vida son un trunyo. Las galletas de t-o-d-a-l-a-v-i-d-a. Las galletas que yo me compraba a ca l’Oller cuando iba para el cole porque era el almuerzo más grande que te podías comprar con 20 duros.
No es una buena manera de empezar el año. Sobre todo si sabes que en cuanto llegues a Londres te espera Livingston con otra de sus flipadas en la subida de las travelcards. Que se ve que este hombre tiene una idea un poco distorsionada de cómo celebrar el año nuevo.
Por lo que a mi respecta, el día que salgan al mercado las Príncipe Classic me plantearé volver a Barna.