martes, enero 16, 2007

G.I. Jerry

Hoy he cenado guacamole, un guacamole de puta madre porque por fin he conseguido tener paciencia como para dejar que el aguacate madurase lo necesario. Y una vez instalado en la mesa del comedor he pensado que qué mejor que disfrutar la cena viendo un capítulo de “Band of brothers”.
Unos buenos amigos me regalaron la serie completa por mi cumpleaños y desde entonces que la voy dosificando. De alguna manera Jerry me ayuda a conseguirlo porque no puedo ver la serie sin él. El primer día que bajé los deuvedés a la sala de estar Jerry un poco más y eyacula, y desde entonces cada vez que pongo un capitulo llamo a la puerta de su habitación y baja corriendo. Una vez vi un capítulo sin él, el tercero, y me sentí tan culpable que a partir de entonces si Jerry no corre por casa ni me planteo poner la serie..
He puesto el deuvedé y cuando he apretado el play me he dado cuenta de que Perella también estaba con nosotros, y que él es alemán, y que la serie esta va de cómo los heroicos americanos se dedican a matar alemanes malos.
No he caído antes porque la WWII siempre ha sido una guerra exótica para mi, un conflicto de la jostia pero con el que no tengo ningún vínculo familiar directo. Vaya, que en mi pueblo no hubo Segunda Guerra Mundial. Pero en el pueblo de Perella si.
La verdad, ser alemán tiene que ser duro desde el punto de vista histórico. Los ingleses pueden decir, de hecho no paran de hacerlo, que sus abuelos lucharon y murieron para salvar al mundo de la tiranía. Pero ¿qué cojones dices cuando eres alemán? No dices nada, callas, que es lo que llevan haciendo desde hace sesenta años. Todas las películas, libros y documentales explican todas las barbaridades que hicieron los alemanes y todas las heroicidades de los aliados. Nada de malo para los vencedores y nada de bueno para los vencidos.
Y allí estábamos, viendo la serie en la que nada más empezar un soldado dice que “el único Kraut bueno es el Kraut muerto” y preguntándome si Perella de golpe diría que había reconocido el regimiento donde luchó el tito Herz. Para acabarlo de adobar Jerry le empezó a preguntar si reconocía los escenarios por donde iban pasando los americanos triunfantes, y yo sufría por si el otro respondía que era cerca de donde a su abuelo le cayó una bomba en la cabeza.
Como traca final, el capítulo que pusimos trata sobre el descubrimiento de los campos de exterminio y, coincidencia o no, al ratito de que los yanquis se encuentren el primer campo, Perella se fue a fumar un piti. Tampoco es que ir a usar el cenicero sea la mejor manera de olvidar el tema, pero güeno.
Aparte de las incomodidades históricas, Perella nos alegró la sesión con una bonita anécdota. Al ver que nos gustaba el tema WWII nos preguntó si habíamos visto “...una película muy mala que se llama U571?”.
Jerry dio un bote en el sofá como si estuvieran escupiendo en la tumba de sus antepasados boers y entonces los dos empezamos a hacer aspavientos porque Perella estaba criticando la peli. Porque mola un cojón.
La peli explica como unos americanos muy guays capturan la primera Enigma y libros de códigos correspondientes que los aliados obtuvieron en la Segunda Guerra Mundial. El aparato en cuestión era una trasto alemán que codificaba mensajes, con su captura los aliados los pudieron descifrar y fue uno de los factores que decantó la balanza en la Batalla del Atlántico.
La gracia de la peli es que está hecha exactamente como los clásicos de la época pero con el presupuesto de una peli actual y mola un huevo. Tiene los efectos especiales actualizados pero conserva todos los clichés y flipadas de los años 40s. Como valor añadido se puede ver como matan a un Jon Bon Jovi que hace ver que actúa y se reprime para no contestar “It’s my life, ye, ye, ye!” cada vez que le toca hablar.
Históricamente la peli tiene tela. Si que se capturó la primera Enigma a bordo de un submarino alemán, con el pequeño detalle de que la misión la llevó a cabo la Royal Navy y no los yanquis. Los británicos pusieron el grito en el cielo cuando vieron que Hollywood les quitaba los méritos, hasta el punto que Blair discutió la cuestión en el parlamento y Bill Clinton respondió con una carta asegurando que el argumento del film era totalmente ficción. No fue hasta después de todo ese jaleo que se incluyó un mensaje al final de la peli donde se dejaba claro que en realidad fue la Royal Navy y no Bon Jovi quien capturó la primera maquinita.
Perella no nos habló de errores históricos pero nos habló de otras anécdotas de la película.
Resulta que los interiores del submarino se filmaron en una maqueta a medida natural que se construyó en los estudios Cinecittà de Roma. Para reclutar extras los estudios contactaron con todos los alemanes que estaban de Erasmus en Roma, de manera que Perella y sus compañeros de piso recibieron una llamada de Can Hollywood.
La putada del rodaje era que los uniformes alemanes eran de lana, de manera que una vez te mojabas haciendo una escena en el submarino inundado te quedabas empapado para el resto del rodaje. Los oficiales del submarino eran actores alemanes conocidos (que si Perella lo dice yo me lo creo) y llevaban trajes de neopreno debajo del atrezzo, pero para la chusma que hacía de extra no había.
Pero no, a Perella no le cogieron. Lástima porque hubiera sido la hostia volver a ver la película y ver como el colega se pega con Bon Jovi.
Resulta que al pobre Perella lo consideraron demasiado alto como para moverse sin problemas dentro del submarino y demasiado poco rubio como para ser alemán. Fueron lo bastante educados como para no decirle que actúa como el culo, que estoy seguro que es el caso.
Sea como sea, lo importante es que el guacamole estaba cojonudo.

Por cierto, respecto al tema de la mala publicidad histórica:
The movie portrays a scene in which the U-boat crewmen machine-gun Allied merchant crewmen who have survived their ship's sinking, killing them as they float in their lifeboat. In contrast to the negative depiction of U-boat men in the movie as well as wartime propaganda, U-boat crewmen in reality were known to assist survivors with food, directions and occasionally medical aid.[5] Assistance to survivors only stopped after Admiral Karl Dönitz issued the "Laconia order" following a US air attack on U-boats transporting injured survivors under a Red Cross flag. In fact, out of several thousand sinkings of merchant ships in World War II, there is only one documented case of a U-boat crew deliberately attacking the ship's survivors: that of the U-852, whose crew attacked survivors of the Greek ship Peleus.[6]

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