jueves, diciembre 25, 2008

Ordenatas para el cole

Cada día se toman millones de decisiones. De hecho cuando iba a la uni participé en un estudio sobre la materia en la que cinco veces al día te mandaban un sms y entonces tú tenías que anotar la última decisión que habías tomado. Evidentemente era un experimento remunerado. Una parida de experimento remunerado para ser exactos.

Anteayer tomé la decisión de ir a comprar Quelys para merendar. Siempre que voy a Mallorca aprovecho para comprar unas cuantas bolsas, y siempre que lo hago pienso que es una tontería porque las Quelys se comercializan en todo el reino de España, pero por alguna razón sólo pienso en comprarlas cuando estoy en la roca. Excepto anteayer, que tomé una decisión.

Sentado delante de la tele abrí una bolsa, abrí la boca y entonces empecé a masticar algo que recordaba en forma y gusto a una Quely, pero no exactamente. Definitivamente las recordaba diferentes, seguramente porque los Quelys que yo recordaba no llevaban dos meses caducados.

De manera que tomé la decisión de volver al Condis. Cuando entrabas a trabajar al Pret lo primero que te decían es que si algún cliente encontraba un producto caducado tenías que llamar al manager inmediatamente para que le hiciera una felación y entonces tú tenías que coger uno de los látigos especiales que había para estas ocasiones y empezar a flagelarte. Yo no tenía ninguna intención de que aquella pobre gente sufriera ningún daño, de hecho viendo el panorama el tema de la felación tampoco me hacía demasiada ilusión, yo lo único que quería era merendar Quelys. Intenté hablar con la cajera con una mirada de aquellas de intentan transmitir complicidad, una mirada de buen rollo, una mirada de “tranquila, que yo también me he encontrado en tu situación”. A la que me correspondieron con una mirada de “me importan una mierda tus Quelys de los cojones”.

La Yoli le chillo a la Yessi que dónde estaba el Yonny, y la Yessi le contestó que reponiendo y entonces la Yoli me dijo que fuera al fondo del súper y que “se lo cuentas al chico”. Evidentemente pasé de todo y fui directamente a la estantería de las Quelys, donde al cabo de unos minutos apareció el Yonny preguntando que qué pasaba. Hombre, pasaba que todas las bolsas llevaban un par de meses caducadas a excepción de las tres del fondo que sólo llevaban uno y medio. Aquél Condis era un puto geriátrico de Quelys, de hecho casi me sentía obligado a tratar a las bosas de usted, de hecho si algún día me encuentro una bolsa de aquellas en el bus me levanto y le cedo el asiento.

Finalmente me tuve que conformar con un paquete de MarieLu y unas Artiach como substitutos y fui a encontrarme con la Yoli de nuevo, que no me reconoció y me intentó cobrar y entonces yo me tuve que identificar como “el de las Quelys”, posiblemente una de las maneras más estúpidas de presentarse. De todas formas la Yoli consideró oportuno cobrarme y después devolverme el dinero de las Quelys, unos 2,99 euros exactos que ella se preocupó de darme con la mayor cantidad posible de monedas de un céntimo. Evidentemente de la felación ni hablar.

Cuando me fui nadie se había molestado a retirar las Quelys de la venta, supongo que se debían quedar allí hasta que algún autocar del inserso viniera a llevarlas a Benidorm.

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lunes, diciembre 15, 2008

Por la gloria de mi madre

El hijo de los vecinos de mi madre tiene siete años y hace sudokus por hobby. Supongo que esto, más que en superdotado, lo convierte en una aberración de la naturaleza. Además se ve que este verano, el último día de cole de camino a casa ya sacó el cuaderno de ejercicios y se puso a trabajar en el autobús. Lo que le sitúa en alguna categoría próxima al anticristo.

El otro día pillé al Damien en cuestión en casa y sorprendentemente estaba jugando a la Nintendo DS, una actividad que no requiere complicadas operaciones matemáticas y en la que consecuentemente era un petardo. Al ver que estaba jugando al Súper Mario le empecé a explicar emocionado que de pequeño yo también jugaba y él me dedicó una mirada como la que haría yo si algún día mi abuela me explica que de joven fumaba porros. Indignado y con ganas de dejar las cosas claras sobre mi gran superioridad en la materia le pedí si le importaba dejarme intentar jugar una partida. Jur, jur, jur… te vas a enterar mequetrefe.

El muy inconsciente me empezó a dar indicaciones de cómo funcionaba el videojuego sin soltar la consola, y yo cada vez más impaciente le iba estirando de las manos y diciendo que ya sabía cómo iba. Sabes porqué sé que sólo hay un botón para saltar y otro para correr deprisa/disparar? Pues porque este juego nació en una consola que SÓLO tenía dos botones, pero eso fue antes de que tú nacieras, cacho rookie! Además, el muy inculto me decía que si cogía una flor Mario se volvía “panadero” y entonces lanzaba bolas de fuego. No sé en qué momento las nuevas generaciones decidieron que Mario cambiaba de profesión, porque Mario es lampista y basta, lo único que pasa es que si toca una margarita se vueve pirómano, pero continúa siendo lampista.

Finalmente me pasó la Nintendo y por el poder de Greyskull empecé la partida, cogí todos los champiñones y florecillas de los cojones, entré en el castillo hortera y aplasté a la tortuga punkie gigante. Chúpate esa mini-friki sudokero, cuando yo diga algo de Mario tú di amén.

Le devolví la consola y le dije que algún día igual le enseñaría a jugar al Street Fighter, a lo que volvió a poner una cara de no entender de qué hablaba. Pobrecillo, seguro que ni sabe quién es Daniel San ni los Goonies ni nada, pero como mínimo ya tiene claro que la experiencia es un grado.

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jueves, diciembre 04, 2008

Venía por lo de la mamada (Full Guateque)

El problema de las promesas es que pueden no cumplirse. A lo mejor fue la madurez o algo asín, pero me parece que la cosa no fue excactamente por donde debía ir. Personalmente mi referente más inmediato por lo que a despedidas respecta es la peli aquella de Tom Hanks donde tenían una suite de hotel con doscientas personas, la mitad de las cuales eran mujeres públicas y una de ellas intentaba reproducirse con un asno que acababa muriendo de sobredosis y depositado en el ascensor del hotel patas arriba. Pero se ve que nuestro presupuesto no daba para ganado. Ni para asnos. Ni ninguno de los amigos de Bakerin era el Guerrero Americano.

Como las tradiciones son las tradiciones, la cosa empezó vistiendo a Bakerin con unas mallas negras, unos calentadores, una camiseta con el lema “Venía por lo de la mamada”, una peluca afro y unas gafas de Rappel. Llámanos originales. Y entonces empezó un largo peregrinaje hasta un recinto ferial, en algún sitio remoto de Hospitalet, donde Bakerin tenía que hacer su entrada triunfal en un festival erótico. Dile erótico, dile porno.

Al final la entrada no fue tan triunfal porque al cabo de media hora de dar vueltas perdidos por Hospi Bakerin había decidido dejar su uniforme y convertirse en normal. Más o menos entonces decidí aceptar la idea de que nadie intentaría follarse a un asno.

El festival, la vedad, me lo imaginaba más grande. Todo y con eso fue mi primer encuentro con el porno en vivo y curiosamente descubrí que, aun y ver dos chavalas rellenándose mutuamente con artilugios varios, más que morbo me hacía gracia. El porno se puede consumir de muchas maneras, pero definitivamente rodeado de señores con cámara de vídeo y dudoso interés cinéfilo no es mi preferida. Siempre me ha hecho gracia la gente que sigue el fútbol pero que nunca juega, y me parece que en aquél festival pasaba más o menos lo mismo.

Después de dos horas de ver aeróbic non-stop todos estábamos un poco saturados, por no decir aburridos, y yo había preguntado y me habían dicho que no había ningún equino en el programa, de manera que decidimos irnos a otro sitio donde, a parte de mirar, pudiéramos mojar.

Pero antes de llegar al restaurante teníamos que escapar de Hospitalet, encontrar la parada de metro y superar el efecto “ostia, es que de día el camino se veía diferente y había menos gente con cara de asesino por la calle”. Todo el mundo tenía su opinión sobre cuál era el camino a seguir, pero a Tron se le había metido en la cabeza que el Norte en realidad estaba hacia el Sur y promocionaba su candidatura con frases tipo “¡Hacedme caso coño! ¡Que si me sé orientar a 10.000 pies de altitud como queréis que me pierda aquí!” La cuestión es que aquella mañana Tron al entrar en la Plaza Real había comentado que aquello era Plaza Cataluña y que Montjuic estaba a dos calles, de manera que optamos por ir en dirección contraria de cualquier indicación que hiciera él y llegamos al metro a la primera.

Los colegas de Bakerin habían planeado la despedida de soltero en plan sorpresa, y para que todo fuera como más sorpresa aunque la despedida se hacía en Barna la gracia es que todas las actividades se hacían a tomar por culo de Barna. Directamente no recuerdo en qué término municipal estaba el restaurante, pero un poco más allá se acababa el universo y el tiempo y el espacio se transmutaban y tal. Como único referente geográfico puedo decir que la camarera vivía en el Prat, supongo que en algún avión. Era amiga de la Jopelina (novia de Jope) y nos dio un trato la mar de personal y simpático. Nosotros le correspondimos decidiendo que debía ser lesbiana basándonos en que llevaba el pelo corto y que utilizaba el pronombre “neng” y el adverbio “ejque”.

En los postres una vez más cayó en mí, en calidad de autóctono, la decisión de ver donde coño íbamos. Lo primero que había pensado había sido llevarlos al Arena, básicamente para explotar un poco más la camiseta tuneada de Bakerin, pero como la camiseta no había durado ni media hora, la cosa ya no tenía tanta gracia. A Tron y a Gestor se les había metido en la cabeza ir a un puticlub “pero sólo para tomar una copita”, pero por suerte la camarera nos dijo que conocía una disco en Barna y, más importante, que nos llevaba en coche, de manera que acordamos esperar a que acabara el turno en un pub al lado del restaurante.

No recuerdo cómo se llamaba la discoteca donde acabamos, sólo que estaba delante del CaixaForum, que era la mar de pija y que estaba tan vacía que no se podía permitir el lujo de vetar la entrada a un grupo de mataos que no calzaban náuticas. Con respecto a la camarera, aunque el vocabulario segúa igual, al salir del restaurante había pasado por una Corporación Dermoestética a ponerse unos implantes o algo. La cuestión es que decidimos que con botas y camiseta ajustada ya no era lesbiana. Tampoco es que ninguno de nosotros lo pudiera confirmar.

En la discoteca no había demasiado que hacer. Podías escoger entre mirarle las tetas a la camarera heterosexual o mirarle las bragas a la gogo, que estaba convenientemente vestida con minifalda y situada en un podio excesivamente alto. El resto de la discoteca estaba ocupada por siete niños de 12 años que venían de una boda (osea enlace) y no había ningún indicio de asnos, caballos o similares.

No me quejo, fue un buen fin de semana entre colegas y nos lo pasamos de fruta madre, de hecho me parece que lo tendríamos que haber planteado así al principio. De todas maneras supongo que cuando se case Tron ya iremos con su avión a Tailandia o a algún otro sitio donde las leyes de protección de los animales sean convenientemente ambiguas.

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Unintentional porn?

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Venía por lo de la mamada (Intro)

Venía por lo del bodorrio (Intro)

Venía por lo del Bodorrio (Full Pepito)