Estaba yo en el ordenador del comedor un martes cualquiera...
Cuando Metalboy ha llegado a casa, se ha comido de morros la puerta de la cocina, después se ha estampado contra uno de los frigoríficos, después se ha apoyado en la mesa para recobrar el equilibrio, ha empezado a mirar el suelo de la cocina como si estuviera lleno de obstáculos y entonces ha empezado a flexionar las piernas y ha moverse como si estuviera caminando por un vagón de metro en marcha. Entonces yo, riendo de aquella manera que se ríe cuando estás descojonándote pero no hay nadie más para compartir el momento, le he preguntado si todo iba bien. Me ha contestado algo así como: “Urgh, jejejejeje, hurmgfta hurgmuh, jejejeje”, ha seguido caminando por el vagón de metro, ha abierto el grifo del fregadero y se ha puesto a lavarse la cara. Sin secarse la cara ha vuelto para atrás, se ha vuelto a comer la puerta del frigorífico, se ha mirado la puerta un rato pensando si le devolvía el golpe o no, la ha abierto y ha cogido algo, ha conseguido poner la cosa supuestamente comestible dentro del microondas y, con mucho mérito por su parte, ha puesto el aparato en marcha. Ha vuelto hacia el comedor, antes de pasar por la puerta se ha parado, se la ha mirado bien, ha puesto una mano a cada lado y ha pasado muy lentamente, se ha sentado en uno de los sofás, ha encendido la tele y entonces se ha muerto. Ni siquiera ha resucitado cuando la alarma del microondas ha sonado.
Si mañana por la mañana sigue en el sofá le daré un par de patadas y si no se mueve le sacaré fuera, que últimamente la casa está muy desordenada.
Cuando Metalboy ha llegado a casa, se ha comido de morros la puerta de la cocina, después se ha estampado contra uno de los frigoríficos, después se ha apoyado en la mesa para recobrar el equilibrio, ha empezado a mirar el suelo de la cocina como si estuviera lleno de obstáculos y entonces ha empezado a flexionar las piernas y ha moverse como si estuviera caminando por un vagón de metro en marcha. Entonces yo, riendo de aquella manera que se ríe cuando estás descojonándote pero no hay nadie más para compartir el momento, le he preguntado si todo iba bien. Me ha contestado algo así como: “Urgh, jejejejeje, hurmgfta hurgmuh, jejejeje”, ha seguido caminando por el vagón de metro, ha abierto el grifo del fregadero y se ha puesto a lavarse la cara. Sin secarse la cara ha vuelto para atrás, se ha vuelto a comer la puerta del frigorífico, se ha mirado la puerta un rato pensando si le devolvía el golpe o no, la ha abierto y ha cogido algo, ha conseguido poner la cosa supuestamente comestible dentro del microondas y, con mucho mérito por su parte, ha puesto el aparato en marcha. Ha vuelto hacia el comedor, antes de pasar por la puerta se ha parado, se la ha mirado bien, ha puesto una mano a cada lado y ha pasado muy lentamente, se ha sentado en uno de los sofás, ha encendido la tele y entonces se ha muerto. Ni siquiera ha resucitado cuando la alarma del microondas ha sonado.
Si mañana por la mañana sigue en el sofá le daré un par de patadas y si no se mueve le sacaré fuera, que últimamente la casa está muy desordenada.
1 comentario:
cabronazo, eres bueno...
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