sábado, noviembre 03, 2007

Deep Blue Gimcana

En tres años las cosas pueden cambiar mucho, como por ejemplo la fachada del club donde yo solía estudiar karate. Donde antes había un cartel que decía "YOYA'S GYM" encontré uno que decía "SE VENDE".
Pensé que una de dos, o bien habían cambiado el nombre del gimnasio con muy poco acierto, o bien efectivamente el local estaba en venta. A juzgar por las persianas bajadas, las luces apagadas y el hecho de que nadie me cogía el teléfono, decidí que Deep Blue es un empanado.
Aquella tarde había llamado a Deep Blue para saludarle, recordar viejos tiempos y que me dijera a qué hora era la clase de karate. La hora me la dijo, pero se olvidó el pequeño detalle de que el gimnasio ya no está en el mismo sitio. De manera que le volví a llamar (rogando a San Saldo para que aún me quedara pasta en el móvil) y le expliqué nuestro pequeño malentendido. Bueno, malentendido en el sentido de que si no lo dice no le puedo entender. Él, muy sabiamente, me dijo que después de hablar conmigo ya había pensado que posiblemente tendría problemas para llegar al gimnasio. Joder, suerte que es licenciado en derecho.
Con un control mental y tranquilidad de espíritu dignos de la tradición milenaria de Budo, le pedí la nueva dirección del dojo. Y entonces me dijo que lo teníamos jodido, porque él sabe ir pero no se ha fijado nunca en el nombre de la calle, pero que me podía dar el teléfono. Llamé y me respondió Sensei, le dije hola y como bienvenida me soltó un "Hostia, ¿qué pasa cabrón!?. Habían cambiado de sitio, pero la gente seguía igual.
Supuestamente llegué al gimnasio 20 minutos después del inicio de la clase, pero resulta que Deep Blue tampoco había acertado en el horario y llegué justo a tiempo de cambiarme y entrenar.
La verdad, prefería el antiguo gimnasio. El nuevo está en un local más grande, pero también está más lejos de la parada de metro y, teniendo en cuenta que el antiguo ya estaba en el culo del mundo (aka Badalona), cinco minutos más de andar tocan bastante la pera. Además el dojo está en un pozo y la verdad es que estoy muy a favor de la recuperación y restauración de refugios antiaéreos de la guerra, pero no para practicar artes marciales.
Por lo que respecta a las clases... pues mis antiguos compañeros se burlan un poco de mí -que la confianza da asco- pero es que con la mitad de mis capacidades físico-mentales dedicadas a intentar mantener una respiración más o menos normal y la otra mitad dedicada a intentar que mis colegas no me arranquen la cabeza, pues no me queda margen para mucho más. Dentro de un par de meses ya se lo explicaré.




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