sábado, junio 26, 2010
CLOSED DOWN for de moment
martes, julio 28, 2009
Un post corto en tota regla
Flanagan: ¿Y os la compráis de color rojo?
Fragonetapower: Jajaja, Siiiiiii, mira, unos zapatos de tacón rojos!
Flanagan: Claro, así si caen gotitas no se nota.
Fragonetapower: (...).
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sábado, julio 04, 2009
Flower power in da pared
cuando los tiempos sean duros,
que siempre haya una mano
donde te puedas agarrar.
Que no haya (nosequé, nosequé)
atajos, ni trampas,
que no te falten buenos amigos,
que tengas la mente en paz.
Si la vida es injusta y alguna vez te hace
dudar, no te fallen fuerzas para poder
continuar.
CARPE DIEM (al lado de un ying-yang azul)
Lánzate! (al lado de un sol, una florecilla y un símbolo de la paz de aquellos copiados de la Mercedes)
Estas son las inscripciones y dibujitos que la hippy que vivía en mi habitación se entretuvo en pintar por las paredes con tizas de colores.
Es que resulta que la hippy era arqueóloga y le dio una neura de arte rupestre. Seguramente los habitantes de Altamira también debían ser unos cumbas en versión neardental que les daba por ensuciar paredes, y cuando los homo sapiens llegaron a la cueva les debía tocar la moral tenerla que pintar toda de nuevo y decidieron que era mejor inventar la cabaña de planta circular y pasar de hacer reformas.
A mí me ha tocado pintar de nuevo, que vivir en cabañashoy en día ya no se considera tan innovador, y doy gracias al señor titanlux por haber inventado la pintura “una sola capa”, aunque en los trozos con grafitis han hecho falta dos… no subestiméis nunca el poder de una cumba con tizas de colores.
Y tampoco es que el mensaje de los grafitis me pareciera mal, simplemente es que igual quedarían mejor escritas entre fotografías de la SuperPop en la carpeta de una adolescente que al lado de mi armario.
En principio la habitación la tenía que pintar ella, pero pensé que igual lo entendería mal y se dedicaría a repasar con las tizas de colorines los trozos que aún estaban blancos. De manera que le propuse que si dejaba la mesa que tenía pensado llevarse ya la pintaría yo. Al fin y al cabo aún he podido sacar algo de provecho.
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UPDATE:
La Fragonetapower me acaba de decir que los mensajes cumbas de la pared eran estrofas de Viatge Llarg de SAU. Uala que fuerte.
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viernes, junio 26, 2009
That's harder than Michael in a kindergarten
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Cuando sabes que eres el puto amo? Cuando eres capaz de hacer bailar a 1500 presos filipinos. Yep, el rey titus, el rey… Creedme, cualquier día de estos nos lo encontramos en el autobús.
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sábado, junio 20, 2009
New Fuckland Manor
La Muppetina resulta que es la chavala de quien takinovergé mi habitación en Can Fuckland, y que resultó ser de Barcelona. Es geóloga. Y qué es ser geóloga? No lo sé, nadie lo sabe, pero si le enseñas una piedra te dice de qué tipo es. De hecho, es hidro-geóloga, o sea que supongo que si le enseñas un vaso de agua también te puede decir de qué tipo es. Actualmente está trabajando en el primer mapa hidrográfico de Cataluña, si algún día tenéis que ir a algún pozo en concreto le podéis preguntar cómo llegar.
En su tiempo libre estrena cuerpo y mente. Estudia francés en la escuela oficial de idiomas (cruasán, canapé, suflé y café olé) y practica deportes originales e inverosímiles. Ahora creo que compagina Tai Chi, trapezio y frisbee. Sí, he dicho frisbee, y encima sabed que se juega por equipos. Seguramente son todos geólogos.
La Fragonetapower no vivió propiamente en Can Fuckland, pero vino de visita un verano, así que también fichó. Se gana las habichuelas de traductora y se las gasta haciendo escalada y cursos varios de especialización, como uno que hizo para aprender a hacer un nudo especial en el cable del secador y que sirve para colgarlo en el toallero. También es aficionada a la afonía y a las anginas, pero eso lo practica con menos entusiasmo.
Aún así, y gracias a Dios, New Fuckland Manor sólo comparte inquilinos con su referente inglés, aunque en lugar de ser cien y la madre que nos parió sólo somos tres. Nuestro nuevo pisito tiene una bonita cédula de habitabilidad en regla, tiene balconcito (al que yo me refiero como “la terraza” o “el patio”) en lugar de jardín y por lo tanto espero no encontrarme ni artrópodos mutantes ni toasts aux souris, como máximo alguna paloma moribuda despistada.
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viernes, mayo 15, 2009
Garrul Nation
Humm... a ver, déjame pensar...
viernes, abril 24, 2009
The way of the yoya (5 de 5)
Me ofrecieron hacer una sustitución en el tercer trimestre en un instituto de Horta, lo que supuso un saneamiento considerable de mi economía, pero también supuso que mi tiempo libre se redujera exclusivamente a lo necesario como para comer, cagar y dormir. Es lo que pasa cuando no puedes tener a los niños entretenidos a base de flexiones y te tienes que preparar las clases. Algún día igual explico las aventuras de profe, que de momento resumiremos en que tenía un alumno esquizofrénico bajo medicación, unos cuantos más sin medicación y un jefe de estudios que no acababa de tener claro que se tiene que cagar dentro de la taza del váter (no, no es ninguna metáfora).
Los tres meses de docencia intensiva impidieron que aquél verano me examinase para cinturón negro, pero lo que no sabía es que aquella sólo sería la primera prórroga. Unos compañeros de la universidad decidieron ir a vivir unos meses a Londres antes de iniciar las respectivas carreras profesionales y yo me apunté.
Dejar de practicar karate me tocaba la pera, pero total Londres tenía que ser cuestión de dos o tres meses y no había para tanto. Y también me sabía mal dejar de ver a los compañeros, sobretodo porque había uno al que no volvería a ver más.
Peluco era sin duda uno de los mejores de nuestro dojo, una de aquellas personas que tiran adelante y si hay algo en el camino que les molesta simplemente lo apartan y siguen recto. Pero por desgracia no pudo apartar el coche que se saltó el stop y se cruzó delante de su moto. Se mató dos semanas antes de que yo me fuera a Londres y en cierta manera por eso fue más fácil de digerir, porque yo ya había dejado de ir al dojo. Supongo que para la gente que aquél día había entrenado con él y que al día siguiente vieron que no venía debió ser más duro.
Ironías de la vida, el entierro se celebró al día siguiente de mi cumpleaños. Cuando me lo dijeron, por un momento pensé en cambiar la cena de cumpleaños de fecha, pero entonces sentí cómo Peluco me decía en la oreja “Pero mira que eres maricona” y cambié de opinión. Él no era de los que se van a dormir pronto y no tenía en demasiada consideración al quién lo hacía, así que decidí celebrar la cena, me fui de fiesta, pasé por casa a ducharme y fui hacia la playa. Aún hacía calor y se estaba a gusto en karategi, hicimos un poco de clase, lloramos y dejamos a Peluco en el fondo del mar. Cada setiembre repetimos el entreno, pero ya no lloramos.
Una vez en Londres empezó el declive físico. Yo me esforcé en mantener una rutina de entreno, siempre que la meteorología lo permitía, pero el footing y algunas flexiones y abdominales no conseguían sustituir al Yoya’s Gym. Después encima vino la operación de cu… de cóccix, que supuso ocho meses sin poder hacer deporte y consecuentemente un holocausto apocalíptico por lo que respecta a mi forma física. Por suerte me recuperé justo a tiempo para poderme hostiar con Christopher con garantías, pero el episodio de karate a muerte en un callejón de Ipswitch puso de manifiesto que hacía falta ponerle remedio a la protobarriguita. Aquella misma noche, mientras discutíamos remedios caseros para quitar manchas de sangre de la ropa, acordamos con Bakerin que empezaríamos a entrenarnos juntos. Meses después de conocernos habíamos descubierto, por sorpresa mútua, que los dos éramos karatetas. Había llegado la hora de volver al recto camino del guerrero.
Fuimos al corazón de China Town, buscamos la tienda de artes marciales con el nombre más guai que encontramos y nos procuramos un Strike Shield (“Pao” para los amigos). El primer día entrenamos en casa de Bakerin, pero sus vecinas octogenarias nos dijeron que las personas civilizadas no hacían tanto ruido a la hora del te, así que tuvimos que abortar. El segundo día nos entrenamos en Regent’s Park sin problemas vecinales. El tercer día… Bakerin decidió que ya estaba suficientemente fuerte y que no le hacía falta entrenarse más, lo que era un problema grave si tenemos en cuenta que para entrenarte con un Pao hace falta que alguien te lo aguante. My gos in a pos.
Por suerte la indemnización de Christopher llegó justo a tiempo para adquirir un saco de boxeo y poder seguir entrenando, y esto hizo que Bakerin se volviera a animar y se apuntase a la fiesta de los sábados. Básicamente nos limitábamos a correr un poco y hacer unas series de saco, pero de tanto en tanto nos mirábamos para repasar técnica básica.
Finalmente la etapa londinense se acabó. Me dio pena clausurar el mini-dojo y vender a Christopher, pero de todas maneras siempre había sido una solución temporal. Era hora de volver a las viejas rutinas, viajar al culo del mundo y volver al Yoya’s Gym.
El Yoya’s había cambiado, pero por suerte la gente seguía siendo la misma. Lástima que para mí sí que había pasado el tiempo y tuve que sudar la gota gorda para coger el ritmo. Y entonces, un mes después de volver, fue cuando el sensei nos dijo a mí y a Líder que al cabo de una semana nos examinábamos de cinturón negro.
Mi teoría es que Peluco nos echó una mano, pero la cuestión es que conseguimos el cinturón, que es muy útil porque combina con todo y con el karategi blanco queda monísimo tú.
Cuando llegué a casa cené una carretilla de ensalada para celebrarlo.
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