miércoles, junio 06, 2007

El efecto Tron

Este fin de semana Tron ha venido de visita. Ya hace tres meses que volvió de Mallorca. Decidió que quería ser piloto y allí está, pagando un porrón de millones por una educación, comiendo ensaimadas y deprimiéndose porque no lleva muy bien lo de cambiar una ciudad de siete millones de habitantes por un pueblo de seis mil. Bueno, y las titis tampoco las lleva demasiado bien, que dice que en Londres sí que hay mujeres de verdad y que en Muró siempre ve las mismas caras. Y los mismos culos. Y las mismas tetas. Y los mismos muslos (Tron, para).
Curiosamente la visita de Tron coincide con el último fin de semana de Bakerin, que también ha decidido volver al hogar materno y cambiar las pintas por la horchata y el Fish & Chips por la paella. De manera que el viernes por la noche tocó reunión de viejas glorias plus Jopelines, que es un colega que ha venido a visitar a Bakerin (y de paso a ayudarle a llevar algunos trastos de vuelta a Valencia).
Todas las ciudades tienen sus puntos de encuentro. En Madrid tienes el kilómetro cero, en Barna la Plaza Catalunya (con sus variantes de Canaletas, delante del Zurich y delante del Corte Inglés) y en Londres es sin duda delante del Burger King de Piccadilly. Allí nos encontramos y después nos acercamos a un pub irlandés que se supone que es propiedad del cantante de U2, aunque él no es quien te sirve las copas.
Cuando entramos al pub Tron ya nos había contagiado la fiebre por mirar, examinar y catalogar todas las pechugas y los muslos que nos íbamos encontrando, aunque poco a poco la conversación fue derivando y, en lugar de comentar muslos, comentábamos los comentarios de Tron, para llegar a la conclusión de que la alegría que sentía por llegar a Londres hacía que catalogase de “tía guena” a cualquier señora con falda corta que pasase por delante.
Al cabo de poco nos tocó la lotería, o lo que viene a ser lo mismo, encontramos una mesa con cuatro asientos libres y entonces las alteraciones hormonales de Tron se debieron esparcir más allá de nuestra pandilla de colegas porque de repente una pava de delante se giró y dijo “Oh, you’re Spanish!?” A lo que respondimos, con cara de empanados, “Si, digo yes” Y entonces la pava se sentó en nuestra mesa.
Si os tengo que ser sincero, a mí eso me tocó la pera. Quiero decir que allí estábamos, reunidos los cuatro colegas, a uno de los cuales hacía mucho que no veía y otro al cual tardaré en volver a ver (vale, y a un tercero al que había conocido hacía media hora, pero gueno) y va la pava ésta y se nos sienta en medio. Yo no quería titis, quería conversación de tíos, quería recordar anécdotas, comentar la salud la de nuestro amigo Crocop y la carrera musical de David Hasselhoff y va la pava ésta y se nos sienta en medio.
Claro, que entonces la pava empezó a hablar… Con su acento francés nos dijo que estaba aprendiendo castellano y nos hizo una pequeña demostración de lo que sabía:

-Cómeme el coño.
-Vamos a la cama a hacer el amor.
-Me gusta tu polla.
-Quiero sexo salvaje en el balcón.

Evidentemente dejamos de hablar de Hasselhoff. Bakerin y Jopelines le iban tirando de la lengua maravillados por la gran aptitud gramatical de la pava. “Ah sí, muy bien, y ¿qué más sabes decir?” Y cada vez que la pava nos demostraba que era un prodigio en lingüística Bakerin se alarmaba, se ponía a temblar para aguantarse la risa y me clavaba las uñas en el muslo por debajo de la mesa. En la cuarta cogida de pierna le comuniqué que era muy consciente de lo que la chica estaba diciendo y que por favor dejara de meterme mano.
Mientras tanto Tron había ido a buscar a una amiga suya polaca, pero una vez sentado de nuevo la ignoraba completamente, que se ve que ésta no hablaba tan bien castellano como la gabacha. Bakerin por su parte, animado por el ambiente que había tomado la velada, se empeñó en que la amiga asiática de la francesa también viniera a sentarse a la mesa. Decidió que la amiga se llamaba Pez Globo y no paraba de llamarla por este nombre y a decirle que viniera.
Vaya, que teníamos a la gabacha diciendo “Bésame la teta”, a Bakerin diciendo “Pez Globo! Que vengas mujer, no seas tonta” (Todo en castellano, que si entienden lo que dices no tiene gracia) y a Tron contestando con monosílabos a lo que la polaca le iba diciendo. Jopelines se limitaba a dar cuerda a la francesa repitiendo la fórmula “¿I qué más sabes decir?”.
Cuando la políglota llegaba a construcciones sintácticas más complejas dudaba un poco y le costaba encontrar las palabras. “Quiero que me toques las…humm…” y entonces los cuatro preguntábamos a la vez “What!?”, y la siguiente fue “Quiero sentir tu lengua en… humm…” y entonces los cuatro “Where!?”. Evidentemente las dos veces nos descojonamos de risa y es que la cosa había llegado a un punto en el que nadie pensaba en follar.
Bueno, yo sí. A base de listen & repeat mi concepción de “qué tía garrula más pesada que no me deja hablar con mis colegas” pasó a ser un “qué tía garrula más pesada que no me deja hablar con mis colegas, pero a ver si nos reproducimos”. De manera que sutilmente le dije a Bakerin “Tío, ves al lavabo”, y él, nada sutilmente, me dijo “¿Lo cualo?”, “Que te vayas al lavabo cojones, que así te levantas y aprovecho para sentarme al lado de la gabacha”. Me cambié de asiento, orgulloso del gran movimiento estratégico que me había sacado de la manga, pero al cabo de cinco segundos Bakerin volvió, diciendo que había un pavo que no le dejaba entrar en el lavabo porque estaban cerrando el local. La gabacha lo oyó y dejó de pronunciar tonterías en castellano y dijo que ya era tarde y que se tenía que ir. Y entonces yo “¡No! Pero… quiero decir… es que… ¿y qué más sabes decir!?”.
Nos despedimos de la gabacha, Bakerin se despidió de la Pez Globo y Tron empezó a contestar coherentemente a la polaca.
Pues resulta que Hasselhoff está muy mal, que le han retirado la custodia de sus hijas y todo, pero su carrera musical es más importante de lo que yo me pensaba. I Crocop, aunque no se haya dicho nada oficialmente, seguro que tiene una lesión importante.

1 comentario:

La Chef dijo...

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