miércoles, agosto 15, 2007

Vaya caca

En Londres hay muchos animales. Demasiados. Sobretodo si tenemos en cuenta al zorro que ahora tiene la costumbre de cagarse en mi jardín.
Si te paseas por un parque londinense es muy gracioso ver como una pequeña ardilla te coge comida de la mano (hasta que alguien te explica que pueden transmitir la rabia), o tirar trozos de pan a palomas y cuerbos tan grandes que entiendes como es que a Hitchcock le daba por hacer películas paranoicas, o hasta puedes ver cómo una vieja pasa del pan y de las palomas y le tira trozos de pollo a un zorro (sus juro que lo he visto). Y es que los zorros son animales cotidianos aquí, especialmente por la noche. Cuando te vas paseando por la calle los tienes que ir apartando a patadas. Por ejemplo, el otro día me despertó una pelea de gatos. Como estaba despierto pensé que como mínimo sacaría la cabeza por la ventana para ver la pelea, que el gato del vecino es muy simpático y siempre que me lo encuentro por la calle se acerca para que le haga mimos y me preocupó que otro gato le estuviera metiendo una paliza en su casa. Pues no era otro gato, eran dos zorros que se lo estaban intentando zampar y por eso el pobre animal estaba chillando y soplando como un desesperado. Supongo que era un gato demasiado confiado, no lo he vuelto a ver más.
Lo que pasa es que últimamente me están afectando a la vida casera. En la valla de madera que separa nuestro patio del de los vecinos hace cosa de tres meses apareció un bache. Yo en seguida dije que tenía toda la pinta de ser un abujero que algun zorro utilizaba para pasar a nuestro patio, pero nadie me tomó demasiado enserio. Incrédulos, nuestro barrio está plagado.
Últimamente Adolfo me daba más crédito porque desde la ventana de su habitación empezó a hacer avistamientos del susodicho zorro.
Pero ahora ya me cree todo el mundo, porque el animal ha empezado a dejar evidencias difíciles de ignorar. Podéis ver el testigo gráfico en la serie de fotografías titulada “Pero qué zorra que eres”.
Duncan, que parece tener unos conocimientos enciclopédicos sobre el comportamiento animal, dice que lo que pasa es que hemos estado removiendo la tierra para arreglar el jardín y que a los zorros, igual que los perros, les gusta cagar en lugares con tierra fresca. Qué costumbre más gilipollas.
En casa empecé por tener problemas con arañas, después la cosa evolucionó a jerrys y ahora ya estamos tratando con zorros. Espero que la cosa pare de ir aumentando de tamaño porque sino lo próximo serán ovejas o vacas, y encontrarte una vaca electrocutada dentro de la tostadora tiene que ser muy chungo.

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