miércoles, septiembre 10, 2008

Benidorm mon amour

El miércoles pasado, de camino a Altea (una ciudad glamurosa como muchas otras donde me toca trabajar), me encontré de golpe con Benidorm.

Benidorm mola un huevo. Porque afrontémoslo, es lo más similar a Manhattan que hay en España, sobretodo si te lo encuentras de noche. De hecho aún va más allá, porque no es que tenga un gran skyline, sino que es exclusivamente un skyline. Original de cojones. Es el tipo de paisaje urbano que te aparecía en el horizonte de los videojuegos de coches de la Super Nintendo, hasta tienen un rascacielos acabado en forma de flecha con bandas luminosas de color azul donde seguramente por las noches hay un replicante diciendo que ha visto cosas maravillosas y dándole la vara a Harrison Ford.

Desde dentro también tiene su encanto. Sí, he estado, pero también tengo excusa.

Cuando mi abuela hizo 75 años todo el clan de los Perifollos (esto es otra historia) nos presentamos en su hotel del inserso en Benidorm city. Fue una gran sorpresa, y también decidimos que la última porque de tanta emoción fue de un pelo que no nos quedamos sin matriarca.

La cuestión es que aunque es lo que es, no está tan mal. Digamos que está bien llevado. Para un canetense que se pasaba las noches de fin de semana de su adolescencia en Calella (Calella-de-la-costa para los de Can Fanga) Benidorm representa la expresión máxima del buen gusto en lo que respecta al trinomio playa-sol-sangría (y olé). Sobretodo porque han conseguido que la ciudad sea productiva más allá de los tres meses de verano gracias al turismo geriátrico.

Así como los locales de ocio nocturno de Calella habían de contar con menores de edad para subsistir fuera de temporada, en Benidorm han encontrado una opción más rentable y cómoda. Sólo te hace falta un pequeño local con luces de colores y un hombre orquesta (piano Casio XXL + micrófono) que toque pasodobles y entonces los yayos se ponen a bailar y a ligar entre ellos. Llenas igual y no tienes a niños vomitando en la calle ni insultándose con los seguratas.

Por desgracia la semana pasada pasé de largo por la ciudad y acabé alojado en Albir, dentro del término municipal de algún sitio, en el flamante hotel Rober Palas. Para qué bautizarlo Robert Palace si total no se pronuncia así?

1 comentario:

Anónimo dijo...

I wish not approve on it. I assume nice post. Especially the designation attracted me to read the intact story.