domingo, enero 07, 2007

The sorrow of Principe

El vuelo de vuelta a Inglaterra fue normal, sin happy hours ni nada que los de Ryanair son conscientes de que por Navidad ya se hacen demasiados excesos, de manera que me dediqué a leer. Gracias a nuestro señor glorificado que vela por nosotros con su gracia infinita, finalmente me acabé el megaladrillo (no por largo sino por duro) de “The sorrow of war”, así que el resto del viaje me lo pasé buscando lecturas alternativas.
La primera fue el cartel explicativo de las normas de seguridad en caso de emergencia. Normalmente estas instrucciones vienen en una hoja plastificada que puedes encontrar en el bolsillo con revistas y la bolsa para vomitar que hay en el asiento de delante, bajo la mesita plegable. Pero en Ryanair el centímetro y medio que ocupa eso es la diferencia entre que claves las rodillas en la espalda del tio de delante o no. De forma que nada de porta-revistas, las instrucciones están pegadas al asiento y punto (Y así solo ocupa 0,1cm, mireusté!). El tema de la bolsa para vomitar no está resuelto, supongo que llegado el caso se espera que te guardes la potada en los bolsillos.
La lectura, aunque nada original, era infinitamente más entretenida que el libro. La verdad es que siempre me ha hecho gracia que los aviones estén equipados con toboganes hinchables y, si algún día me toca utilizarlos, cuando llegue abajo seguro que le pido a la asistente de vuelo si me puedo volver a tirar. Pues bien, leer siempre es bueno para aprender cosas nuevas y, mira por donde, para utilizar los toboganes está prohibido llevar zapatos de tacón y joyas, lo que puedo entender porque podrían desgarrar la tela y los que vienen detrás se tendrían que conformar con jugar con los chalecos salvavidas. Pero lo que descubrí es que las dentaduras postizas también están prohibidas en los toboganes, a lo que no puedo encontrar ninguna explicación minimamente razonable. La próxima vez que vuele levantaré la mano y lo preguntaré.
Una vez acabado de leer esto pasé a una cosa más intelectual. Empecé con lo que había impreso en el paquete de galletas Príncipe que mi madre me había comprado para el viaje. Y cual fue mi sorpresa cuando empiezo a leer y me encuentro el mensaje: +sabor, receta mejorada. Los tiempos cambian y príncipe también.
Qué putada. El sabor de las Príncipe no puede cambiar, de la misma manera que sería una tontería cambiar el sabor de la Nocilla, del Colacao o de la cola de los sellos de correos. Abrí el paquete, mordí una y efectivamente, el sabor de las Príncipe a tomar por saco.
De vez en cuando aparecen en el buzón del E-mail mensajes explicando momentos estelares de la historia del marketing. Mi preferida es la del tío que ahorró diez mil millones de billones simplemente quitando una oliva de las ensaladas que se servían en no sé qué compañía aérea. Pero la mega clásica es la de la Cocacola.
Los marketineros de la Coke deciden reformular la receta de la Cocacola y hacen una campaña de la hostia para promocionar el nuevo sabor. Los yankis van al super, encuentran la nueva Cokeguay pero descubren que no pueden comprar la de toda la vida de manera que todo el mundo se caga en la nueva receta y entonces la Cocacola tiene que volver a sacar al mercado lo que ahora se conoce como la Coke Classic.
Los de Ryanair si que leen este tipo de mails y toman ejemplo y llegan a la conclusión de que, si te puedes forrar quitando una oliva de las ensaladas, imagina la de pasta que puedes hacer si suprimes el papeo en general y, puestos a hacer, también envías el bolsillo de las revistas a tomar por saco.
Los de Can Beukelaer en cambio envían este tipo de mails a la bandeja de no deseados y me cago en tó que ahora las galletas son un trunyo. Las galletas de toda la vida son un trunyo. Las galletas de t-o-d-a-l-a-v-i-d-a. Las galletas que yo me compraba a ca l’Oller cuando iba para el cole porque era el almuerzo más grande que te podías comprar con 20 duros.
No es una buena manera de empezar el año. Sobre todo si sabes que en cuanto llegues a Londres te espera Livingston con otra de sus flipadas en la subida de las travelcards. Que se ve que este hombre tiene una idea un poco distorsionada de cómo celebrar el año nuevo.
Por lo que a mi respecta, el día que salgan al mercado las Príncipe Classic me plantearé volver a Barna.

3 comentarios:

Barbara dijo...

Weendo que, massante ventem, querreio, xiro busaramostro kerial fraveresti mior. Lam, tutrovoy indiamos yo xir, wagiro ann, acerlo jog enquiria! Xiri xiro necipa kyork, destoa os, ho golamb feraro bemanoso hordevel... Querreitasit xirtutti vistov os est, gualendo pi in yo!

Flanagan dijo...

No se entiende una mierda de lo que Barbara pone, pero la jodía consigue que te mires su blog.

Manuel Miranda dijo...

Ahora si!! Tuve que virarme al español pues no entendia ni pio. En mi pais, las galletas es lo que conocemos, pero tambien son las bofetadas.

Hola,

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