jueves, julio 12, 2007

It's Jerry, the 10th passenger (Jerry tales 1 de 3)


Jerry the mouse fue mi mascota durante un día. Ya expliqué que había visto un ratón en casa, pero desde entonces no había habido más avistamientos... hasta hace cosa de un mes. Recientemente ha quedado claro que tenemos una pequeña plaga, yo era de los que tenía suerte porque no me encontraba ninguno, hasta que hace tres días estaba cagando la mar de feliz y un ratón entró por debajo de la puerta, pasó entre mis piernas y se metió por un agujero que hay detrás del lavabo. Yo creo que es la primera vez que sufro un aborto de excreción.
Lo curioso es que a pesar del aumento de los roedores, la trampa que puse hace meses continúa intacta. La trampa, porque el chorizo que le había puesto sí que ha desaparecido. No lo sé, igual tengo un concepto de trampa para ratones algo distorsionado, pero me parece recordar que supuestamente el aparato estaba diseñado para matar y no para dar de comer.
La cuestión es que el jueves estaba cocinando y charlando con Adolfo cuando de repente él se calló y señaló el mármol (mármol = plástico cutre) de la cocina. Un pequeño ratón se estaba paseando tranquilamente y cuando se dio cuenta de que le estábamos mirando se escondió detrás de dos botellas de aceite. Con un pequeño movimiento acerqué las dos botellas y Jerry se quedó atrapado.
Entonces empezamos a debatir sobre qué puñetas hacíamos con el ratón. De entrada quedó claro que ninguno de los dos teníamos huevos para matar al animal, pero tampoco lo queríamos dejar escapar, o sea que finalmente lo atrapamos dentro de un tupper ware. Entonces el dilema era qué cojones hacíamos con el tupper. Yo me decantaba por dejarlo encima de la mesa de la cocina para que el primero que se despertara se encontrara la sorpresa, pero Adolfo decía que no, que él duerme al lado del comedor y no quería que los gritos histéricos de un McLeod lo despertaran. Al final lo dejamos dentro del armario de las herramientas que tenemos en el patio.
Al día siguiente nos despertamos y bajé a dar de desayunar a Jerry. A aquellas alturas ya había decidido que guardaría el bicho hasta el sábado y, cuando el landlord viniera a recoger la pasta del alquiler, se lo enseñaría para dar más efecto a nuestras reivindicaciones de pest control pa la kelly. De hecho hasta se me había pasado por la cabeza comprar una jaula y adoptar definitivamente a Jerry (soy un sentimental).
Cuando abrí el armario y cogí el tupper Jerry pasó de mí. Agité la caja un poco y entonces lo único que él hizo fue levantar un poco la cabeza. Mierda, Jerry estaba medio congelado. Mal rollo. Jerry tenía pinta de ir a palmarla por mi culpa y encima de una muerte lenta y chunga.
Puntualicemos, soy consciente de que Jerry forma parte de una plaga, pero me sigue dando mal rollo matarlo y si encima le hago sufrir 24 horas antes de que la diñe seguro que me da un mal karma de la ostia. En cambio si utilizo trampas la cosa empieza a sonar más éticamente correcto. Si pongo trampas no hago daño a nadie que no toca, pero si un ratón entra en casa y pasa por donde no tiene que pasar pues pisa la trampa y la diña, pero yo no soy quien lo mata, es él quien la diña por meterse donde no toca.
Know what I mean?
Dejé ir a Jerry en el patio, consciente de que volvería a entrar en casa a reunirse con su familia, pero así como mínimo se recuperaría.
Después ya pondríamos trampas para que se suicidaran todos juntos. Pero Jerry no se movía, se quedaba quieto y temblando sin salir del tupper.
Entré en casa y le conté el problema a Duncan. Él me dijo que seguramente estaba estresado, que es como los pájaros, que si los encierras en una jaula se estresan y se ponen tristes y se mueren. Tócate los huevos. Resulta que los ratones son una plaga de la ostia, que viven en la mierda, que comen mierda y que tienen la capacidad de supervivencia de McGuyver en un Leroy Merlin, pero que si los encierras en un espacio pequeño se deprimen y se mueren. Supongo que las empresas de exterminio de plagas le pagan porrotes de millones a Duncan para que no divulgue esta información.De manera que, siguiendo sus instrucciones, metí a Jerry dentro de una caja de cartón a oscuras, con papel arrugado y unos trozos de pan y lo dejé encima de la estufa para que entrase en calor. Al volver del trabajo fui a ver cómo estaba, pero no vi nada porque se había escapado. Bueno, como mínimo salvé mi karma. Malo, seguimos teniendo a Jerry en casa.

2 comentarios:

DJL dijo...

Tener ratones en casa es chungo. Yo tuve uno y tarde mazo en pillarlo. Y bueno, lo de las trampas no funciona....(del todo). El mio se lo comia todo tambien. La unica trampa que funciono, y que por lo tanto recomiendo, es una que es basicamente un trozo de carton llena de pegamento. Por lo visto huele algo a queso, y se le pones comida encima, o la pones en su sitio por donde sepas que va a pasar, se quedan pegados. Asi me encontre al mio (y no tuve reparo en matarlo). Animo!

Flanagan dijo...

Y no hay un cartón de estos con pegamento pero con 2 en 1, que luego explote o algo y se cargue al bicho?
Es por lo del karma y tal.